Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

martes, 8 de febrero de 2011

Cap 17 - Niñera

Cild estaba sentada en una roca observando a Romeo y Eisen. Ya era muy entrada la noche y comenzaba a hacer bastante frio pero Romeo no parecía darse cuenta de ello, estaba demasiado concentrado en su nueva “amiga”. Pasada la emoción inicial Eisen y Romeo se habían sentado en el suelo, uno frente al otro observándose con detenimiento.

- Entonces... - Comenzó a decir Romeo sin poder dejar de mirar los hipnóticos ojos color plata de Eisen - … eres un demonio, ¿no?

- Pero que preguntas más tontas hace... - Pensó Cild.

- ¡Si! ¡Soy un demonio menor! ¡Y tengo …. uh... - miró sus deditos y comenzó a contar en voz alta - …. esto.... mil treinta y dos añitos!

- ¡¿Añitos?! - Dijo Romeo francamente sorprendido. - Y... ¿que sabes hacer?

- ¿Eh?

- No le preguntes eso. Sea lo que sea que sabe hacer no sabrá decírtelo, pues en su mundo es normal. Es como si yo te preguntara que sabes hacer.

- Te diría que magia...

- Pero por que hacer magia no es algo común, ¿si no supieras hacer magia que me dirías que sabes hacer?

- … Vale, lo entiendo.

Eisen se quedo mirando a ambos con gesto de no entender nada.

- Bueno, volvamos a casa – Dijo Cild mientras se levantaba y retiraba el polvo de su capa.

- Vale – Contesto Romeo.

Romeo se levanto y él y Cild comenzaron a caminar hacia Otherland. Llevaban unos pocos pasos cuando se dieron cuenta de que Eisen les seguía. Romeo paro y se giro hacia ella.

- ¿Que haces aquí?

- ¡Yo voy con amito!

- Eh... Cild, ¿por que no se va?

- A lo mejor por que no se lo has pedido.

- ¿Y como se lo pido? ¿Vete por favor?

- Por ejemplo.

- Eisen, Vete por favor.

Eisen le miro fijamente y respondió:

- No.

- ¿Como que no? - Romeo estaba muy confuso. Henar nunca se había negado a marcharse.

- Yo voy con amito a casa, no vuelvo al infierno sola, no, no y no – Contestó Eisen con rotundidad.

Romeo miró a Cild desconcertado.

- A mi no me mires... ¿A que no lo pensaste cuando hiciste el pacto?

- …. ¿había que hacerlo?

- … Si... idiota.

- Aja... - Dijo Romeo mientras miraba a Eisen.

- ¡Amitooo! - Grito Eisen mientras subía a la espalda de Romeo – Vamos a casa.

- ¿Y ahora que hago? - Preguntó a Cild.

- A mi no me mires, tu te lo has buscado. - Y continuo andando.

Romeo suspiro, agarro fuerte a Eisen y siguió a Cild.


Antes de que Cild y Romeo volvieran a Otherland, Noa y Alfa llegaron visiblemente cansados, pasaron entre los que se habían dormido por el suelo del salón hasta las escaleras. Fueron hasta sus habitaciones cuando Noa se paro frente la de Romeo.

- ¿Que haces Noa? - Le pregunto Alfa después de bostezar.

- Quiero darle el regalo a Romeo.

- Esperate a mañana...

- Pero...

- Mañana Noa.

- Vaaaleee... - Dijo Noa un poco molesta.

Ambos se fueron a dormir sin percatarse que aun que Noa hubiera llamado a la puerta no habría hallado respuesta. El silencio volvió a envolver la casa de Otherland, la fría brisa de la noche entraba por las rendijas de la puerta y entreabría las ventanas que de vez en cuando daban pequeños golpes sordos al volver a cerrarse con fuerza. Así siguió la noche hasta que el crujir de la puerta principal rompió ese plácido silencio. Romeo, Cild y Eisen entraron en la casa sin hacer ruido. Subieron al segundo piso y Cild volvió a su cuarto.

- Buenas noches – dijo antes de cerrar la puerta.

Romeo, que sostenía a Eisen en brazos mientras le tapaban la boca, se quedo mirando la puerta en silencio unos instantes. Eisen miro a Romeo y balbuceo algo indescifrable. Romeo volvió en si y entro en la habitación.

- No hagas ruido, ¿vale?

Eisen se tapo la boca con las manos y asintió. Romeo se limito a sonreír y acariciarle la cabeza con cuidado.

- Vamos a dormir. ¿Tu duermes?

- No lo necesito pero puedo hacerlo si quieres.

Romeo se quito la capa, la camisa y los zapatos, y se metió en la cama.

- Entonces haz lo que quieras – Apago la luz.

De repente noto como las mantas se movían bruscamente, estaba oscuro y no podía ver nada así que creo fuego con su mano y vio Eisen acurrucarse a su lado.

- ¿No decías que no dormías?

- … No me encuentro bien... amito... - Eisen estaba muy pálida.

De repente Romeo noto como el fuego de su mano le quemaba, no podía controlarlo y rápidamente tiro agua de un vaso que tenia en su mano. Era extraño, nunca le había pasado algo así, debía ser el cansancio o eso pensó. Entonces recordó que Eisen se encontraba mal.

- ¡¿Eisen?!

- ¿Si amito?

- … ¿estas bien?

- Si, ya si.

- … Que raro... ¿seguro que estas bien?

- Si, perfecta.

- ¿Que te pasaba?

- No se... de repente e he sentido muy cansada y me dolía la tripa.

- Mañana le preguntaré a Cild.

Dicho esto Romeo inconscientemente abrazo a Eisen y se durmió. Eisen se acurruco entre los brazos de su amo y también se quedo dormida.
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