Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Cap 7 - Escoria

El silencio inundaba la sala, hacia ya más de veinte minutos que Zero observaba a Romeo, sentado frente a él, en silencio. Romeo empezaba a incomodarse pero intentaba no moverse pues cada vez que hacia el menor movimiento Zero se plantaba frente a su teclado y escribía algo.

- … Esto... ¿Querías verme?

Zero le miro arqueando una ceja y dijo mientras volvía a escribir:

- Veintitrés minutos y cuarenta y dos segundos... Bastante poco...

- ¿Perdón?

- El tiempo que eres capaz de estar callado frente a mi en un primer contacto. Tienes algo más de paciencia que la media de las personas pero bastante menos que los más pacientes del gremio.

- No entiendo nada...

- No intento que lo entiendas – Dijo con una sonrisa bastante falsa.

Romeo estaba bastante incomodo pero Alfa le había avisado de que con este “líder” había que tener más paciencia de lo habitual. Pero esto ya era demasiado para él...

- Bueno, entonces ¿que quieres de mi? - Dijo Romeo serio y decidido.

- Que entres en mi gremio.

La sinceridad y claridad de las palabras de Zero dejaron perplejo a Romeo durante unos momentos.

- … ¿De verdad?... Pero... acaban de expulsarme de LasterKha... ¿No quieres saber al menos el motivo?

- Ya se el motivo, pero aun que no lo supiera me daría igual. ¿Acaso no has oído hablar de este sitio?

Romeo asintió con temor. Si había oído hablar de este sitio, con infinidad de detalles. Sabia que entre estos muros se escondían personas peligrosas, sabia que este gremio estaba gobernado por una persona impasible, fría y calculadora. Sabia que la mano derecha de ese líder impasible era una asesina aun mas fría y calculadora que su jefe. Sabia que el famoso Matadragones también estaba de su lado. Sabia que uno de los mejores arqueros del mundo habitaba entre estos muros también. Sabia muchas cosas de Otherland, por eso temía haber sido invitado... ¿Era también una mala persona? ¿Un asesino? ¿Su crimen era tan grave como para acabar aquí? ¿Se había convertido en escoria?

- ¿Entonces? ¿Quieres entrar en mi gremio o no? - Zero le miro como si supiera a ciencia cierta lo que Romeo estaba pensando.

Romeo trago saliva y asintió.

- Bien, bienvenido al equipo – Y dicho esto estrecho la mano de Romeo – Anima te explicara el funcionamiento del lugar y en unos días te designare un compañero.

Romeo se levanto.

- ¿Un compañero?... ¿Anima? - Romeo empalideció.

- ¿Me has llamado Zero? - Dijo una voz desde la puerta.

Romeo se giro y vio a Anima. Una de las figuras más temidas de la noche de Uvra estaba ante él, el cuerpo no le reaccionaba.

- Si, este es el nuevo. Se llama Romeo, es un mago.

- Si, ya lo se – Dijo Anima mirando de arriba a abajo al nuevo – No parece gran cosa... Como sus compañeros...

Romeo enmudeció, ¿estaba insinuando que había matado a otros magos? ¿Seria un farol? ¿Estaría Romeo viendo fantasmas donde no los había?

- ¿Vamos o que? - Dijo Anima con desden mirando a Romeo.

Romeo se limito a asentir y salir de la habitación con Anima.

Zero volvió a su teclado.

- Bueno... Ahora a buscar a alguien que tenga paciencia media o superior... Con un inferior no puedo ponerle, no tiene dotes de iniciativa... - Dijo para si mientras tecleaba como siempre.


Anima bajo las escaleras acompañada de Romeo, abajo en el primer piso esperaban Alfa y Noa.

- ¿Que tal ha ido? - Pregunto Noa con nerviosismo.

- ¿A que no a sido tan malo? - Dijo Alfa con una sonrisa maliciosa.

Romeo se limito a sonreír, al menos ellos parecían buenas personas.

El día paso sin mas incidentes, Anima enseño a Romeo lo básico sobre el gremio, su habitación y algunos detalles importantes a tener en cuenta, acompañada en todo momento por Noa y Alfa, los cuales también le contaban detalles más triviales a Romeo para hacerle sonreír ya que nadie bajaba contento de su primera conversación con Zero.

Ya desaparecido el sol del cielo Romeo se fue a su habitación, y al poco tiempo de irse otra de las figuras más temibles de la noche de Uvra entro por la puerta. Era una persona alta ataviada con una gran capa con capucha de color marrón oscuro, de la cual escapaban por delante algunos mechones largos y rubios como los rayos del sol.

- Bienvenida a casa, Jin – Dijo Noa con su característica alegría.

A su vez Jin dejaba ver su rostro, retirando su capucha. Sus ojos azules como el cielo se entornaron en una expresión de felicidad cuando devolviéndole la sonrisa a Noa contesto:

- Gracias, me alegro de haber vuelto al fin.
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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Encuesta, ¿Cual es tu personaje favorito?

Tenia intención de esperar al capitulo 10 para crearla pero entre las ganas que tenia de ponerla y que ahora hay mas lectores no he podido resistirme xD

A la derecha tenéis la encuesta, si aquí ponéis el motivo os lo agradeceré mucho^^

Yogur! Leer más...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cap 6 - Mago

Cuando llegaron al puerto los magos aun seguían riéndose y ahogando a esa persona sin ningún miramiento ni compasión. Alfa y Noa se acercaron sigilosamente hasta llegar a unos barriles que habían justo detrás de los magos.

- Son demasiados... - Pensó Alfa al verlos. No tenían pinta de ser magos muy poderosos, mas bien parecían un puñado de novatos haciendo el tonto pero nunca había que menospreciar a un mago.

Noa por su parte se veía notablemente incomoda, los magos la ponían nerviosa y no era para menos.

- Noa, relajate... - Le susurro la voz de Zero desde el transmisor.

La voz de Zero siempre la tranquilizaba y le infundía valor, sabia que Zero siempre estaba ahí velando por ellos en todo momento.

- Escuchadme bien los dos, he estado investigando y por sus túnicas son magos del gremio de LasterKha, y no son famosos por su amabilidad, Alfa tienes carta blanca para hacer lo que sea pero daros prisa, el “juguete” ya apenas se mueve...

Cuando Zero dijo esto Noa se sobresalto, miro al agua de nuevo donde el agua estaba agitada y no pudo controlar su impulso.

- ¡¡Parad por favor!! - Grito saliendo de su escondite.

Los hombres encapuchados se giraron hacia ella, incluso el que manejaba el agua paro dejando tendido en el aire a la pobre victima. Alfa se quedo atónito ante este imprevisto, adiós a el ataque sorpresa.

- ¡Noa! ¿Pero que haces? ¡Vete de ahí! - Le grito Zero.

Al escucharle Noa se dio cuenta de su error pero antes de poder reaccionar una bola de fuego volaba hacia ella.

- ¡Noa! - Grito Alfa, acto seguido se interpuso entre ella y la bola, sufriendo graves quemaduras.

- ¡Alfa! - Noa se arrodillo a su lado.

Los magos rodearon a una Noa aterrorizada y un Alfa semi inconsciente.



- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Anima! ¡Ve rápido! - Grito Zero notablemente alterado.

Anima salio corriendo sin decir ni una palabra. Zero se recostó en su silla si poder dejar de mirar la pantalla, si Anima no se daba prisa Noa y Alfa morirían a manos de esos magos.

- No debí enviarles a ellos... - Se lamento mientras se revolvía el cabello de la nuca intentando calmarse.



Noa se abrazo a Alfa con los ojos inundados en lagrimas mientras los magos se acercaban mas y mas.

- ¿No sabéis que no hay que meterse en los asuntos de LasterKha? Odio a los de Otherland, os creéis el ombligo del mundo, ¿verdad? Pues ya no – Dijo uno de los encapuchados con una sonrisa que reflejaba toda la crueldad de un gremio entero.

Noa se limito a observarle en silencio, sabia que ella nada podía hacer, su magia no era ofensiva y aun que intentara curar a Alfa no le dejarían. Los magos se alejaron unos cuantos pasos menos el que parecía el cabecilla, el único que había hablado y el único que estaba torturando a quien habían venido a salvar. Entonces alzo los brazos dispuesto a lanzar un hechizo que con toda seguridad los mataría de un golpe. Las lagrimas de Noa comenzaron a deslizarse por sus mejillas, su cuerpo solo podía temblar así que se limito a mirar a Alfa, que a causa de sus heridas yacía inconsciente hacia unos minutos. Noa podía escuchar como aquel despreciable ser que se hacia llamar mago murmuraba las palabras del conjuro. Pero en contra de todo pronostico Noa se levanto. Se planto frente a su enemigo, bastón en mano y mirada decidida. Zero se limito a contemplar la escena en silencio. El mago miro a Noa, incrédulo pero prosiguió su conjuración cuando de repente Noa murmuro algo a gran velocidad y de repente la punta de su bastón lanzo una onda mágica que lanzo al mago hacia atrás varios metros, casi cae al agua.

- Interesante... - Murmuro Zero.

Noa cayo sentada al suelo, visiblemente agotada, nunca había hecho algo así. Estaba entre sorprendida y asustada. El mago se levanto rápidamente, sin ninguna herida, al fin y al cabo solo fue una onda, pero aun así le había tumbado una cría indefensa, estaba colérico por ello. Se acerco hacia la joven, acompañado por sus colegas, con la clara intención de vengarse pero de repente unas llamas que aparecieron de la nada les rodearon.

- … Por... por fin... - Dijo una voz tras de ellos.

Era la persona que estaba siendo ahogada, un mago igual que ellos. Estaba totalmente empapado, salvo sus manos con las que controlaba el fuego. Noa se quedo mirando el espectáculo que las llamas ofrecían, un grupo de magos supuestamente poderosos gritando como niñas e intentando escapar del fuego. El mago de fuego movió las manos mas rápidamente, formando un único camino a seguir con las llamas y obligo a los otros magos a marcharse de allí, siguiendo ese camino.

Noa se quedo mirando a ese mago, llevaba las mismas túnicas que sus agresores... ¿Seria un marginado como ellos? Estaba segura que si, y que esa era la razón por la que Zero les había mandado a buscarlo.

- ¿Hola? - Dijo el mago que ya se había arrodillado frente a ella - ¿Estas bien?

- Hola... Si... ¿Y tu?

- Ahora mejor... ¿Que tal tu amigo?

¡Alfa! ¡Con todo el alboroto se había olvidado de el! Noa se giro rápidamente y fue hasta el. Invoco un hechizo para las quemaduras y le dio una poción. A los pocos segundos Alfa recupero el sentido.

- … ¿Estas bien Noa?... - Susurro.

- Si... Muy bien...

- ¿Y a quien hemos venido a salvar?

- También estoy bien, gracias por preguntar – Dijo sonriendo el joven mago mientras se agachaba al lado de Noa – Tus poderes de curación son realmente buenos... esto...

El joven de ojos castaños y larga melena también castaña recogida en una coleta se quedo mirando a Noa esperando. Noa sonrió levemente y dijo.

- Me llamo Noa, y el es Alfa.

- Encantado de conoceros a ambos, me habéis salvado la vida. Mi nombre es Romeo.

Alfa se incorporo.

- ¿Y como es posible que te doblegaran siendo tan poderoso? - Pregunto Noa con curiosidad.

- Veréis, es que yo soy un mago elemental, dedicado al fuego. Si estoy totalmente mojado el fuego no puede fluir por mi cuerpo y no puedo hacerlo surgir, ademas que si apenas tienes tiempo para respirar no puedes ponerte a conjurar – Esto ultimo lo dijo sonriendo.

- Bueno, sera mejor que volvamos a casa. Hay alguien que quiere conocerte, Romeo. En verdad ya debe conocerte... - Y dicho esto se puso en pie.

Noa se limito a reír y Romeo a poner cara de no comprender nada. Los tres pusieron rumbo a Otherland.

Por otra parte, en una calle no muy lejana...

- No sois tan poderosos cuando os desangran por el cuello como cerdos... - Dijo Anima sentada en uno de los cadáveres de los magos mientras limpiaba su daga con la túnica de su victima.

Como era costumbre, se deshizo de los cuerpos tirándolos al mar con piedras atadas pero no sin antes dejarles su propia marca grabada con su daga. Una vez acabado su trabajo volvió a casa.

Zero se limito a observar una vez mas el trabajo impecable de Anima, en silencio.
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lunes, 15 de noviembre de 2010

Final de "Espada"

Sinceramente esta minisaga me ha quedado mucho más larga de lo que suponia pero espero que os haya gustado igual ^_^

Ahora ya volvemos con la trama principal pero tendreis que esperar hasta el lunes 22 para el siguiente capitulo.



Yogur! Leer más...

Cap. 5 Espada IV

Pasaron tres largos años hasta que encontró a su padre en una taberna de un pequeño pueblo de montaña. En esos años Alfa creció y maduro como hombre y como espadachín. Es increíble la cantidad de dinero que es capaz la gente de dar a cambio de que uno atraviese a alguien con su espada, realmente increíble.

Entro en la taberna con pie firme y se acerco hasta un lugar de la barra donde controlar al que le vendió hace unos años por unas copas. No era como Alfa lo recordaba sinceramente, él recordaba un hombre alto y fornido, de mirada severa y grandes manos pero ahora no era más que un viejo canijo de mirada triste y gesto cansado. Después de beber dos copas de “valor” Alfa se puso en pie y se acerco hasta el hombre.

- ¿Eres Harold Karensen?

El hombre al escuchar su nombre alzo la vista de la copa y con desden dijo:

- ¿Quien quiere saberlo?

Alfa controlo su ira todo lo que pudo y casi en susurros contestó:

- Mi nombre es Alfa, y tengo algo que solucionar contigo... Fuera.

- No quiero salir fuera, hace frío.

Ya no pudo controlar más su ira y agarro por el frágil cuello a Harold. El hombre pataleaba en el aire mientras intentaba respirar, cada vez estaba más morado y Alfa no parecía querer soltarle. Entonces el silencio que se produjo en la ruidosa taberna lo saco de su ensimismamiento. Bajo al hombre pero sin soltarle, echo una mirada a los atónitos espectadores y arrastrando a Harold lo saco de la taberna. Una vez solos, tras la taberna tiro al hombrecillo contra unos barriles de madera.

- No me reconoces, ¿verdad, viejo? - Las palabras de Alfa estaban cargadas de más veneno del que podría imaginar.

- Creo que te equivocas de persona... Yo no le debo dinero a nadie ni nada...

- ¿Dinero? - Alfa clavo su espada en el barril que había al lado del hombre. - ¿Tengo cara de buscar dinero?... No, yo vengo por algo menos valioso pero que necesito más...

- ¡N-no se que quieres decir! ¡Habla claro!

- ¡Vengo a por tu vida, viejo bastardo!

Harold miro a los ojos llenos de ira de Alfa y entonces lo vio, reconocería esa mirada en cualquier parte. Era su propia mirada años atrás, cuando el alcohol y el autocompadecimiento no habían ahogado su alma.

- … Tu... Tu eres...

- Demasiado tarde – Susurro Alfa mientras clavaba a Whiteflake en su torso, haciéndole gritar de agonía sin dejar acabar su ultima frase.

Alfa retiro la espada del cuerpo inerte de aquel hombre, observo su cuerpo unos minutos. La paz que creía que conseguiría tras matarlo parecía no llegar. Matar a este hombre no iba a devolverle a su madre, ni a Wyn. Alfa lo sabia pero no quería admitirlo.

Cinco años más pasaron en la vida de Alfa buscando a La Manada sin éxito, reconocido cazarecompensas, temido por donde pasaba pero también un conocido alcohólico. Al igual que su padre lo pensó una vez, Alfa quería ahogar su dolor en alcohol pero lo único que conseguía era despertar al día siguiente en algún callejón frío sin recordar el día anterior.

Pero esa noche se estaba pasando, sentado en una ultima mesa de la Taberna “La princesa Mimosa” llevaba más copas de las que podía contar y su cuerpo apenas le respondía a aquellas horas. Se dispuso a irse pero no pudo controlar su fuerza y cayo de bruces sobre un grupo de hombres con malas pintas. Tomándolo como una provocación, sacaron a Alfa a rastras del local, hasta un callejón cercano.

- Jefe, creo que es el famoso “matadragones” - Dijo uno sorprendido, mirando al que parecía el cabecilla.

Matadragones, Alfa odiaba ese mote. Pero el suceso ocurrido hace ocho años no había pasado desapercibido. Pero como todos los rumores, la gran mayoría de la historia era mentira.

- ¿Estas seguro? Este cabrón se cargo a dos de los nuestros hace un par de meses. Deberíamos castigarlo por ello. ¿No creéis?

Ante esta pregunta todos vitorearon la idea, matar a un gran cazarecompensas indefenso que además había causado problemas a su grupo... ¿existía algo mejor?

Cuando se disponían a rajarlo cual cochino en el matadero uno aporto una gran idea ”¿Y si le damos una paliza antes?” Todos guardaron sus armas y sonrieron con maldad. Durante unos minutos que a Alfa le parecieron eternos los cinco tipos estuvieron golpeándole con puños, piernas e incluso tablas de madera hasta que uno cayo inexplicablemente al suelo muerto. Todos se acercaron a él y vieron que una pequeña daga estaba incrustada en su nuca. El pánico estallo en el grupo, desenfundaron sus armas y comenzaron a mirar a todas partes.

- ¿Tienes compañeros Matadragones? - Dijo uno mientras le propinaba una patada en la cabeza.

Pero antes de poder culminar su ataque una cimitarra apareció atravesándole el esternón desde atrás. A Alfa le pareció reconocer una pequeña silueta, por la forma parecía una mujer pero no estaba seguro ya que solo podía verla a contraluz.

El hombre cayo al suelo y el resto del grupo pudieron ver a su atacante, era una joven de no más de 17 años que les miraba con cara impasible. Los tres hombres restantes atacaron a la vez a la joven la cual les esquivo con gran facilidad.

- ¿Es lo mejor que sabéis hacer? - Pregunto la chica de ojos pardos.

Dicho esto salto hacia ellos, atravesando a dos con sus armas. El tercero aterrorizado corrió hacia la salida del callejón pero antes de llegar una nubecilla de polvo verde le cegó. Intento volver a correr pero una violenta tos se lo impedía, siguió tosiendo hasta que cayo al suelo, muerto.

- Vaya, el polvo de kho funciona mejor de lo que esperaba... - Dijo un joven que salio de entre las sombras.

La joven lo miro mientras se acercaba a ella y se limito a asentir y miro a Alfa de nuevo.

- Casi lo matan.

- Exacto, casi. - Dicho esto se arrodillo junto a un Alfa desorientado y herido. - Desazte de los cuerpos, Anima.

Anima asintió y se marcho.

- ¿Puedes oírme?

Alfa se limito a mirarle fijamente y asintió levemente.

- Bueno, ¿quieres formar parte de mi gremio? Estoy al corriente de tu pasado y puedo ayudarte a encontrar a “La Manada”.

Los ojos de Alfa brillaron ante esa invitación. El joven con gafas espero en silencio una respuesta y cuando creyó que no iba a recibirla Alfa le cogió del brazo con fuerza y asintió muy seriamente.


>>> ¿Noa? - Dijo Alfa mientras zarandeaba a la chica. - Vuelve al mundo real, tenemos una misión que cumplir.

- ¿Eh? Ah, si perdona. Estaba pensando en mis cosas – Dijo Noa con una sonrisa tímida y comenzó a bajar las escaleras.

- ¿Sus cosas? - Alfa se quedo pensativo por unos instantes pero luego sujeto a WhiteFlake con fuerza y bajo las escaleras tras Noa a gran velocidad.
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lunes, 8 de noviembre de 2010

Cap 4 Espada III

La luz de la luna que entraba por la ventana abierta iluminaba la cama donde su madre ahora yacía plácidamente. Alfa limpio la sangre, ordenó la habitación, peino y acomodo a su madre en la cama. Cuando acabo parecía que nada había pasado, su madre dormía en la cama que estaba adornada con las flores que había comprado en la mañana, el silencio arropaba la estancia. Miro a su madre por ultima vez y beso su frente a modo de despedida. Salio de la casa llevando consigo un hatillo con sus cosas y su espada atados a su espalda. Encendió una antorcha que tiro al interior de la casa después de un largo suspiro para calmarse y cerro la puerta.

La casa comenzó a arder a sus espaldas pero no se giro en ningún momento a contemplar como su único hogar perecía, junto a su madre, para siempre.

Ahora tenia una única misión, acabar con La Manada.


- Padre... - Susurro Wyn, que se hallaba subida a un muro lejos de la casa de Alfa, contemplando el humo y la luz procedentes de la casa junto a otra persona.

- ¿Si? - Se limito a contestar sin apartar la vista del humo.

- ¿Estas completamente seguro de que Alfa es quien buscamos?...

- Totalmente, su padre lo confeso a las cuatro copas de vino...

- … de acuerdo... Pero no era mejor verificarlo primero?...

- Para eso estabas tu pero no lo has hecho – Dicho esto la miro de forma que Wyn sintió como la atravesaba con la mirada, tan fría y distante, de un color azul que casi parecía blanco, sin vida.

Wyn se limito a guardar silencio y agachar la cabeza.


Alfa caminó en busca de la caravana de La Manada pero como ya esperaba la caravana ya no estaba estacionada en la plaza del pueblo. Inspecciono la zona y encontró unas huellas de ruedas que salían del pueblo y sin perder tiempo las siguió hasta adentrarse en el bosque.

Llego hasta un claro, la luz de la luna alumbraba con fuerza toda la zona y Alfa pudo ver que unas sombras se reunían a su alrededor. No alcanzaba a verles la cara puesto que estaban muy lejos pero no le hacia falta, sabia que los había encontrado o más bien, que ellos le habían encontrado a él.

- ¿Donde esta Wyn? - A diferencia de todas las demás veces en las que había pronunciado su nombre con amor esta vez sus labios solo desprendían puro odio.

El silencio fue su única respuesta.

- ¡¿Que donde esta Wyn?! - Repitió desenfundando la espada.

- ¿Para que quieres verla? - Dijo una de las sombras mientras se adelantaba hasta él.

Era el padre de Wyn, un hombre alto y de porte firme. Era bastante más alto que Alfa pero eso no le hizo retroceder, es más, se encaró con él.
- ¿Por que habéis hecho eso? ¿Por que habéis venido? ¡¿Por que habéis matado a mi madre?! - Dijo mientras agarraba al hombre de larga melena plateada de la ropa.

Casi al mismo tiempo que Alfa le agarraba de la ropa el hombre con un rápido movimiento tiro a Alfa al suelo.

- No vuelvas a tocarme – Dijo pasándose las manos por la ropa.

Se agacho al lado de Alfa y le dijo:

- Mira chico, tu madre a muerto por tu culpa, si en vez de estar tonteando con mi hija hubieras estado en casa ella ahora seguiría viva.

Alfa quedo petrificado ante aquellas palabras. Era cierto, si hubiera estado con su madre como siempre puede que ahora estuviera viva, no, es seguro que ahora seguiría viva. Le había fallado a su madre, dejándola sola. Alfa no podía moverse, solo sentir como las lágrimas acariciaban sus mejillas frías por la hierba del campo.

- Y tu ahora morirás por culpa de tu padre.

- No, tu padre es un triste borracho que vive en Lhambert, vagando de taberna en taberna y contando secretos inconfesables a cualquiera que le invite a un trago. Y él nos contó tu secreto.

- ¿Que?... ¿Que secreto? - Murmuro sin poder levantarse.

Las sombras que lo rodeaban comenzaron a murmurar, Alfa no alcanzaba a entenderles.

- ¿Quien seria capaz de condenar a su hijo tatuándole uno de los pedazos del mapa de Noss? ¿No sabia que eso lo condenaría a muerte?

- ¿Pero tu lo viste? No era más que un triste borracho, no pensó en las consecuencias y si lo hizo le dio igual.

- Aun que fuera un borracho ahora, tuvo que ser un genio en su momento para tatuarle un mapa que solo cuando el bebe creciera podría leerse en su totalidad...

- ¿Por que esperar tanto? - Dijo el padre de Wyn – Arranquemosle la piel y extendamosla nosotros mismos.

Eso si que llego Alfa a escucharlo con claridad y pudo ponerse en pie.

- De eso ni hablar, viejo loco... Os haré pagar por esto.

Alfa se puso en guardia intentando calcular cuantos enemigos le rodeaban, no pensaba dejar que ninguno saliera con vida de esta. Pero cuando iba a cargar contra el hombre que se alzaba ante si una sombra atravesó la luz y dejo ver un rostro que Alfa conocía muy bien.

- …. Wyn... - Alfa sintió perder las fuerzas, la espada pesaba mucho más de lo normal.

Sus ojos, siempre alegres y vivos ahora estaban ahogados en lagrimas.

- … Lo lamento tanto Alfa... - Dijo entre sollozos.

Esa disculpa fue como una jarra de agua fría para Alfa, era una confesión. Ella sabia que esto pasaría y no hizo nada por evitarlo, es más, todo lo hizo para este fin. La ira hervía la sangre de Alfa. Sin poder dominarse ataco a Wyn. Pero su ataque freno en seco cuando una luz parecía provenir del cuerpo de Wyn. La luz cada vez era más intensa y cegó por unos instantes a todos los presentes. Cuando todo paso y Alfa pudo volver a ver Wyn ya no estaba, en su lugar había un majestuoso dragón de escamas blancas.

- …. ¿Wyn?...

El dragón se quedo mirando a Alfa fijamente, realmente era ella, reconocería esos ojos azules en cualquier sitio. Alfa se quedo atónito unos segundos pero poco le duro ya que enseguida recordó por que estaba allí y por que sentía tanto odio hacia una persona que había creído amar.

Alfa iba a saltar hacia Wyn pero ella se le adelanto. El enorme dragón salto sobre él pero Alfa lejos de asustarse o intentar apartarse hundió su espada en el vientre de la bestia. El dragón dejo escapar un grito ensordecedor que asusto a todas las sombras que aun los rodeaban, incluso el padre de Wyn huyo cuando escucho el rugido. Wyn lentamente volvió a su forma original, yaciendo a los pies de Alfa. Él la miro con desden mientras ella le miraba a través de sus lágrimas pero había algo raro, Alfa miro por encima del hombro de Wyn y vio algo que no esperaba, cinco flechas estaban clavadas en su espalda. Entonces lo comprendió, Wyn no le estaba atacando, le intentaba proteger.

Rápidamente y con cuidado retiro una a una las flechas y su espada del vientre de la joven. Antes de poder decir nada las lágrimas afloraron a sus ojos y solo podia balbucear mientras acomodaba la cabeza de Wyn en su regazo.

- … y-yo...yo... - No alcanzaba a decir nada más.

Wyn le sonrío, como cada día que se encontraban y toco los labios de Alfa con uno de sus dedos ensangrentados.

- No tienes... que decir nada... Lo entiendo... y lo lamento tanto... a pesar de lo que siento... por ti... no he hecho nada mas... que herirte... lo siento tanto... - Las lágrimas de Wyn se mezclaban con la sangre de sus mejillas.

Antes de que Alfa pudiera decir nada más Wyn cayo en un profundo sueño del que no volvería a despertar. Alfa paso varias horas abrazando al cuerpo sin vida de Wyn,hasta que salio el sol por el horizonte. La luz le hizo volver de su ensimismamiento.

Cavó un hoyo en aquel claro y dejo allí a Wyn, para que descansara en paz.
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