Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

martes, 28 de diciembre de 2010

Cap 11 – Gemelas

Perdonad el retraso, he tenido varios problemas personales pero aquí tenéis el capitulo once un poco mas largo de lo normal, para que no os quejéis.

Disfrutad y gracias por leer^^

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Hace cuatro años, en un pequeño pueblo de las montañas, en la torre del gremio Mont-chu.

Unos pasos por el pasillo retumbaron de buena mañana, se detuvieron al llegar a la habitación de las gemelas Ukmash. La joven abrió la puerta y como de costumbre solo podía ver la cabellera del color del atardecer de su hermana entre las sabanas de su cama. Nia y Noa eran gemelas, eran totalmente idénticas excepto en dos detalles, por una parte su personalidad tan opuesta y por otra, y por el cual los demás podían reconocerlas, la largura de su cabello. Ambas tenían el mismo color anaranjado de su madre pero Nia lucia una cabellera larga hasta prácticamente las rodillas, puesto que no se preocupaba demasiado de cortarlo, y Noa tenia el cabello hasta la mitad de la espalda nada mas.

- ¡Nia! ¡Despierta! El maestro quiere verte ahora.

- Hummm – Gruño Nia tapándose con la manta hasta arriba.

Nia frunció el ceño y tiro de la sabana con fuerza al grito:

- ¡Que te levantes he dicho!

Tan fuerte tiro, que Nia cayo de bruces al suelo.

- ¡Pero seras bestia! - Grito Nia mientras se levantaba.

- Deja de quejarte y vístete, que el maestro quiere verte.

Dicho esto se marcho, dejando a una Nia medio dormida. Durante unos breves momentos estuvo asimilando la frase de su hermana. Cuando la descifro por completo se vistió corriendo y salio como alma que lleva el diablo hasta la sala del maestro.

Una vez delante de la puerta se adecento un poco el pelo y las ropas, dio unos golpecitos a la puerta y la abrió.

- ¿Me ha hecho llamar, maestro? - Dijo tímidamente.

- Ah, Nia, pasa pasa, te estábamos esperando.

Nia entro y vio como todos los grandes magos del circulo del consejo estaban reunidos. Se sintió un poco confusa pues este tipo de reuniones eran secretas y nadie que no fuera del circulo del consejo podía entrar o tan siquiera saber que había una reunión en curso. El circulo del consejo lo formaban los maestros de los gremios mas poderosos de este lado del continente.

- ¿A que esperas? Ven, acercate – Dijo el maestro con aquel tono tan amable que le caracterizaba.

Nia se relajo por un momento, la voz del maestro siempre la calmaba pero cuando vio el semblante serio de todos los demás magos allí reunidos supo que algo no iba bien. Se coloco frente al maestro he hizo una reverencia, mientras los demás magos la rodearon.

Todos se quedaron en silencio, mirándola, hasta que Nia no pudo mas y hablo:

- ¿Ocurre algo? - Dijo ya preocupada.

Al final el maestro suspiro pesadamente y se decidió a hablar.

- Nos han llegado rumores Nia... Rumores sobre tu hermana Noa...

Nia dio un respingo, ¿que clase de rumores podían circular sobre su hermana si todo el mundo la adoraba? Es mas, ¿como de serios debían ser los rumores para que la convoque el circulo del consejo? Nia miro con incredulidad a su maestro, esperando respuestas a estas preguntas que no era necesario formular.

- … Como bien sabes esta prohibido entablar amistad con alguien que no sea mago...

- Si, lo se – Le interrumpió Nia.

- Pues bien, ha llegado a nuestros oídos que Noa no solo a entablado una amistad con un no-mago sino que han llegado mucho mas lejos.

Nia no podía creer lo que oía, su hermana, su propia hermana, la que siempre le decía a ella por activa y por pasiva que debía cumplir las normas del gremio, había violado una de las normas mas importantes. Los magos solo podían casarse entre ellos para evitar que su sangre poseedora de magia se perdiera entre “mestizos” así que normalmente los maestros de los gremios de magos se ocupaban de prometer a sus miembros entre ellos, y Noa ya estaba prometida ademas.

- Así pues... – Continuo el maestro sacando a Nia de sus pensamientos -... Como familiar tuyo directo que es debes encargarte personalmente de castigarle con la pena mayor.

Se noto en el tono de las palabras del maestro que le dolió tener que decirlo pero era una orden directa del circulo del consejo. Nia no se fijo en ese detalle, solo podía notar como las manos le temblaban y el cuerpo le pesaba cada vez mas, no podía creer lo que le pedían... Le pedían que matara a su hermana con sus propias manos.

Hizo una reverencia y salio de la sala, en silencio. Cuando cerro la puerta tras de si no pudo seguir conteniendo las lagrimas y rompió en llanto.


Llegada la noche, Nia salio a pasear con Noa por los alrededores del pueblo, llegando a un barranco desde el que se podía ver todo el pueblo.

- ¿Que pasa Nia? - Dijo Noa – Llevas muy callada desde esta mañana, ¿que te han regañado? - Pregunto sonriendo.

Nia no le respondió, estaba demasiado ensimismada como para darse cuenta de que le hablaban. Noa la miro con tristeza.

- Entonces te lo han dicho, ¿no?

Nia la miro con incredulidad.

- ¿Entonces es cierto?

Noa asintió.

- Si, tenia intención de presentártelo esta noche pero se marcho esta mañana por miedo a las represalias.

- ¿¡En que estabas pensando!? ¿¡Sabes cual es el castigo por esto!?

- Lo se muy bien, pero no esperaba que te fueran a castigar a ti también – Dijo con una sonrisa muy triste – Lo siento tanto...

- ¿¡Que lo sientes!? ¿¡Estas de broma!? ¡No pienso hacerlo!

Noa se quedo perpleja ante estas palabras.

- … ¿Como que no? ¡Debes hacerlo! O nos mataran a las dos.

- ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! - Repitió Nia varias veces como una niña pequeña - ¡Me niego a hacerle algo así a mi propia sangre!

Noa no pudo contener las lagrimas, estaba dispuesta a morir por su pecado pero no quería que su hermana pagara por sus errores también.

- ¿¡Me has oído!? ¡No pienso hacerlo!

Mientras decía esto Noa le ataco. Nia esquivo la onda de energía por poco.

- Pero... ¿que haces?...

- Si no me quieres matar por orden del maestro te obligare a que tengas que hacerlo. - Dijo mientras cargaba otra onda de energía.

Nia no podía creer lo que estaba viendo, todo era demasiado confuso, hasta aquella tranquila mañana todo había sido como siempre. Noa la había ido a despertar cuando le hizo el desayuno, ella no le hizo caso y cuando se levanto el desayuno ya estaba frió... como cada día. No podía creer que todo estaba cambiando de repente.

Paso una hora en la que Noa ataco sin cesar a Nia y ella solo se limito a esquivarlos, no le ataco ni una sola vez. Noa ya estaba al limite, estaba cansada y apenas tenia fuerzas para otro hechizo.

- Por favor... detente... - Suplico Nia mientras lloraba.

- …. Nun...ca.... - Dijo Noa mientras intentaba recuperar el aliento.

Volvió a atacarla y otra vez Nia lo esquivo. Noa ya no podía mantenerse en pie, le temblaban las piernas.

- Hermana... por favor... - Dijo Nia mientras se acercaba a ella.

Noa alzo su bastón hacia ella, deteniendo su avance.

- Si te acercas te volveré a atacar.

Noa al ver que esto no iba a tener final si Nia no ponía de su parte, y sabiendo que nunca lo haría, de repente tiro su bastón contra Nia, tirándola al suelo, y corrió tanto como pudo hacia el barranco.

- ¡Te quiero mucho Nia! - Grito antes de lanzarse por el barranco.

Nia no pudo gesticular palabra mientras veía como su hermana se suicidaba ante sus ojos.

Tras varios minutos en shock Nia bajo lentamente la montaña hasta llegar hasta el cuerpo de su hermana. Había mucha sangre a su alrededor, no podía soportar mirarla. Habían ganado, las normas de un gremio de soberbios habían ganado, le habían arrebatado a la única persona que quería, a su única familia. ¿Y para que? Para mantener “limpia” la estúpida sangre mágica. No, esto no iba a quedar así, Noa no iba a morir de esta forma, no lo iba a permitir.

Nia cogió un pequeño cuchillo que llevaba consigo, corto su propio cabello hasta dejarlo tan corto como Noa. Enterró a su hermana en lo alto del barranco, el lugar favorito de las dos. Y hecho todo esto marcho hacia Mont-chu. Ya no era Nia.

Como nadie sabia nada de la misión entro tranquilamente en la torre, mientras todos la llamaban “Noa”. Llego hasta la puerta del maestro y la hizo volar por los aires con una gran bola de fuego.

- ¡Sal de tu escondite, maldito viejo! ¡Si tantas ganas tienes de matarme intentalo tu mismo! - Grito Nia fuera de si.

- N-Noa... - Dijo el maestro sin salir de su asombro – Pero... tu poder mágico... ¡Yo note como desaparecía!

- Notaste mal, viejo – Y dicho esto una ráfaga de rayos fueron a parar al estomago del maestro que no pudo cubrirse al encontrarse atónito ante la figura viva de Noa.

El maestro murió al instante, Nia rió ante el cadáver del que le había quitado a su hermana. Salio de la torre matando a todos aquellos que se interponían en su camino. En total murieron veinticinco magos, casi un cuarto del total de miembros del gremio.

Nia volvió a la tumba de su hermana.

- ¿Has visto eso Noa? He matado a los que te querían hacer daño... pero no te preocupes, que no volverá a pasar, no, yo... yo viviré tu vida por ti, … Noa seguirá existiendo... Nia, Nia sera la que muera... tu no... yo, yo moriré... no tienes que preocuparte de nada, ¿vale?

Se quedo en silencio como si escuchara a alguien hablar.

- Si claro, buscare otro gremio mejor que este, donde te dejen enamorarte de quien tu elijas, si, si... estaremos bien.... - Comenzó a llorar mientras hablaba - …. muy bien... te lo prometo... Nunca volverás a sentirte sola por que... yo estaré ahí contigo.... por siempre...
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lunes, 20 de diciembre de 2010

Banda Sonora y capitulo 10!

Llevo tiempo pensando en la musica que escucho para inspirarme a la hora de escribir y me he dado cuenta que muchas de esas canciones quedan bien con los personajes principales. Asi que ire podiendo esas canciones, por ahora os dejo con lo que seria la musica de intro de El Gremio:


Esta cancion de BlindGuardian da nombre a la novela, es la que lo empezo todo^^ (No, no he copiado a FairyTail, los gremios existian antes que ellos, no nos pongamos como las fangirls de crepusculo eh? ¬¬u)


Si se os ocurren canciones para Zero y compañia no dudeis en decirmelo!

Por cierto, el capitulo 10 (yuju, 10 ya! No esperaba llegar xD) a sido mas corto pero os he dejado un suculento detalle al final, espero que os haya gustado^^



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Cap 10 - Error

Romeo y Cild subieron con cautela las escaleras, pues aun que no habían indicios que afirmaran que el ultimo guardián se hubiera enterado de su ataque podría haber puesto trampas y aparentar tranquilidad para pillarles desprevenidos. Con unos simples gestos de mano Romeo aviso a Cild que desde su posición podía ver al guardia. Cild asintió y se dispuso a llamar Henar de nuevo pero Romeo le indico que no lo hiciera, Cild aun que se quedo confusa acato la orden que Romeo le dio. Él dio un rápido paso al frente poniéndose frente al guardia y murmurando de forma casi inaudible conjuro una ráfaga de fuego con sus manos las cuales carbonizaron al guardia sin hacer el mas mínimo ruido. Romeo sonrío confiado, la misión estaba resultando muchísimo mas sencilla de lo que pensaba. Demasiado incluso.

- Vamos, solo queda Hom – Comento Romeo a Cild mientras terminaba de subir las escaleras.

Romeo no se fijo pero Cild ya no sonreía como hace un rato, él estaba demasiado orgulloso de si mismo en ese momento, se sentía invencible y poderoso aun que el comentario del mago, que le llamo “traidor” le quemaba por dentro. Aliarse con una bruja como Cild era pisotear todos sus principios sin remordimientos pero ahora no tenia tiempo para pensar en eso. Romeo abrió la puerta del dormitorio de Hom sin escuchar los gritos de Cild. Antes de que Cild terminara de gritarle “¡No lo hagas!” la puerta exploto, empujando a Romeo hacia la pared del fondo del pasillo gravemente malherido. Solo podía ver medio inconsciente como Hom salia de la habitación triunfante junto con una veintena de magos, guerreros y picaros que atacaron sin reservas a la indefensa Cild. Justo antes de perder totalmente la consciencia Romeo pudo ver como varios de esos hombres caían al suelo muertos, pensó que fue un ultimo intento de Cild que había invocado a Henar, se sintió estúpido y culpable pero no pudo seguir despierto ni un segundo mas y se desmayo.

Cuando volvió a abrir los ojos estaba en su cama, en Otherland, vendado de arriba a abajo, y Noa a los pies de la cama mirándole con preocupación y los ojos llorosos.

- ….¿Noa...? - Murmuro sin poder moverse.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de Noa y no pudo reprimir abrazarlo.

- ¡Estas vivo!

- … Si... ¿Que a pasado?.... ¿Donde esta Cild?...

- Estoy aquí – Dijo Cild, que entraba por la habitación con uno de los brazos vendados, seguramente roto.

Romeo sonrío pero su sonrisa duro poco al ver el gesto molesto de Cild. Noa al ver la situación se fue de la habitación, para avisar a Zero. Un largo e incomodo silencio inundo la habitación.

- … Lo sien-

- ¡Podríamos haber muerto! ¡Eres un inconsciente! - Le grito Cild muy enfadada.

Romeo se limito a cerrar los ojos y a asentir ante tales verdades.

- ¿¡En que estabas pensando!? ¿¡De verdad te creías que iba a ser tan fácil!? Si no llega a ser por Jin que nos siguió ahora estaríamos criando malvas.

-¿Jin?

- La mejor arquera de este lado del mundo – Dijo Zero entrando en la habitación, acompañado por Jin.

- Que exagerado llegas a ser. ¿Te encuentras mejor novato? - Dijo Jin sin maldad alguna.

Romeo la miro de arriba a abajo, era una joven de largos cabellos dorados, ojos claros y sonrisa hermosa. Era bastante alta pero no mas que él mismo. Asintió con vergüenza. Romeo volvió a mirar Cild.

- Tu brazo...

- ¿Esto? - Dijo Cild alzando el brazo vendando – No es nada, en un par de meses estará como nuevo.

- Tu en cambio – Comenzó Zero – Te esperan unos largos meses de reposo hasta que puedas volver a moverte, esa explosión te dio de lleno, te rompió varios huesos y daño varios órganos principales, sin hablar de toda la piel quemada.

Romeo se miro las manos vendadas, entre las telas podía ver como su piel se había derretido, era muy doloroso pero la vergüenza era aun mas dolorosa. Zero se percato de ello.

- Vámonos, debe descansar.

Y dicho esto Romeo se quedo solo, él cual no pudo seguir conteniendo las lágrimas. Acababa de aprender una importante lección, una que no olvidaría jamas.

En la misma puerta estaba Anima con Noa, esperando a Zero.

- Te dije que no saldría bien, pero te empeñaste en comprobarlo.- Y dicho esto Anima se fue.

Zero se quedo en silencio mirándola marchar, esta vez ella tenia razón y casi le cuesta dos miembros del gremio. Volvió a su habitación para borrar a Cild y Romeo de la lista de miembros activos.

Noa volvió a su habitación bastante triste, ella sabia perfectamente lo que era cargar con la muerte de alguien a tus espaldas. Una vez en su habitación se subió a una silla y apago la cámara que Zero había colocado en un rincón, bajo de la silla y se dirigió a su mesa. Una de las patas tenia un cajoncito secreto y dentro de él había una foto de una Noa mucho mas joven junto a una chica de aspecto mas agresivo pero de mismo rostro que ella.

- Te echo de menos, hermana... - Susurro mientras acariciaba la foto.
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lunes, 13 de diciembre de 2010

Cabecera provisional 2.0

Por mas que miraba la cabecera nueva no me gustaba asi que he decidido probar con una cabecera mas "neutral", mas del gremio y no de los protagonistas. Espero que os guste mas que la anterior^^

Por cierto la imagen pertenece a Nathalee (para evitar complicaciones con los derechos de autor os pongo la dire de su deviantart :3)

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Cap 9 - Bruja

Romeo entro en la habitación. En ella estaban Zero en su sillón de cuero, Anima apoyada en la pared mirándole de reojo, y alguien de espaldas a el tapado con una capucha. Llevaba una túnica muy ancha y no podía saber si era un hombre o una mujer. Tenia una extraña y desagradable sensación pero no le hizo caso.

- … ¿hola?

Zero levanto la vista y le miro.

- Ya era hora. - Se limito a decir.

Romeo asintió con resignación y guardo silencio.

- Te presento a tu pareja de trabajo – Musito Zero mientras aquella extraña persona se daba la vuelta y bajaba su capucha– Su nombre es Cild y es una...

- ¡Bruja! - Grito Romeo visiblemente incomodo – Las brujas están prohibidas en Uvra- Ahora ya sabia por que tenia una mala sensación, la magia impura de la bruja invadía la estancia.

Zero le echo una mirada fulminante y Romeo tembló. La joven se limito a sonreír mientras se apartaba el pelo ondulado de la cara.

- No importa Zero, era lo mas lógico que pasara si me ponías de pareja con un mago – Dijo con su voz suave y dulce.

Romeo la volvió a mirar de arriba a abajo, no parecía tan peligrosa como le habían contado que eran los brujos pero tenia ese rasgo tan característico de los brujos que habían vendido su alma a los demonios, un ojo con la esclerótica negra y el iris amarillo. El iris variaba según el brujo, puesto que no todos vendían su alma al mismo demonio y eso era algo distintivo.

- Lo se, pero quiero ver que puede pasar uniendo dos magias tan diferentes en un mismo equipo.

- Que acabaran matándose entre ellos – Dijo tajante Anima.

Ese comentario provoco un silencio incomodo que Zero disfruto como siempre que Anima decía lo que pensaba de repente. Ocurría muy pocas veces.

- No creo que eso llegue a ocurrir, ¿verdad? - Dijo Cild sonriendo a Romeo.

Romeo se limito a un ligero cabeceo. Le incomodaban sus ojos, su posición como bruja y sobretodo la energía que desprendía. Estaba acostumbrado a una energía fluida y suave, la típica en un mago pero la de los brujos era agitada y violenta, sumamente desagradable para cualquier mago.

- Bueno, hechas las presentaciones todo el mundo fuera de aquí, tengo que trabajar. Ah, y vosotros también – Dijo Zero señalando a la nueva pareja.

- ¿Nosotros? - Pregunto Romeo señalándose a si mismo.

Anima se fue, cerrando la puerta tras de si, algo raro en ella. Una vez se quedaron solos Zero prosiguió.

- Necesito que os encarguéis de este tipo.

Una de las muchas pantallas de Zero se ilumino y podía verse en ella la cara de un hombre.

- Se llama Aldert Hom, quiero que lo liquidéis.

Cild y Romeo asintieron pero Romeo estaba visiblemente incomodo, no le gustaban ese tipo de misiones.


Caminaron por las calles mas oscuras de Uvra en silencio. Al cabo de una hora llegaron a una pequeña casa escondida entre dos grandes edificios. Se escondieron en un lugar cercano.

- ¿Y ahora que? - Pregunto Romeo, era su primera misión y no sabia a ciencia cierta como actuar, en LasterKha nunca tuvo que hacer este tipo de “recados”.

Cild, en silencio, se toco la oreja enseñándole a Romeo el radiotransmisor. Romeo empalideció, el no tenia ninguno. Cild al verle, sonrió y le dio uno que llevaba guardado en el bolsillo.

- ¡¿Pero como se te ocurre olvidarte algo tan importante?! ¡Inútil! - Oyó nada mas ponérselo.

- Perdona – Se limito a contestar Romeo ante las risas de Cild.

- Bueno, escuchadme bien. - Comenzó Zero – En la entrada hay dos guardias, dos guerreros, dentro, en la sala de estar hay cuatro mas, un mago, dos picaros y un guerrero y en el piso de arriba junto a la habitación de Hom hay uno mas, un guerrero.

- Bueno, no sera complicado... - Dijo Cild con tranquilidad.

- Tampoco quiero que os confiéis Cild, estad alerta igualmente. Si fracasáis el problema va para el gremio.

- ¿Para nosotros no? - Pregunto Romeo con inocencia.

- Si fracasamos es por que estaremos muertos. - Contesto Cild de forma seca.

Romeo se quedo atónito ante tal afirmación. Realmente esto iba en serio, ahora ya no era miembro de LasterKha, que mas que un gremio era un colegio para niños mimados, estaba en el gremio de Otherland, donde sus miembros se jugaban la vida de verdad por unas monedas...

Cuando Romeo salio de su ensimismamiento Cild ya había matado a los guardias de la puerta con total sigilo. No sabia como lo había hecho y eso le incomodaba aun mas.

Cild le hacia señas con la mano “Venga” le espeto. Romeo fue hasta ella.

- ¿Como los has tumbado tu sola?

- Soy una bruja ¿recuerdas?

Acabada esta conversación sin final satisfactorio para Romeo se dispusieron a entrar. No sin antes escuchar las indicaciones de Zero.

- Nada mas entrar hay un pequeño pasillo, cruzadlo rápido, al final esta la sala de estar donde los guardias están distraídos.

Obedecieron a Zero al pie de la letra, y sigilosamente llegaron hasta la puerta de la sala de estar, que se encontraba entreabierta y podía oírse como los guardias se divertían jugando a las cartas, despreocupadamente. Cild abrió la puerta de par en par, pillando a los guardias por sorpresa, Romeo se escabullo por la derecha y con una bola de fuego mato al guerrero que tenia mas cerca y al pícaro que estaba plácidamente dormido en el sofá mas cercano. Romeo estaba celebrando su pequeña victoria cuando noto una sombra tras de el, era el otro pícaro que se había colocado a sus espaldas y ya alzaba una daga sobre su cabeza. Romeo no sabia como reaccionar pero de pronto oyó a Cild pronunciar unas palabras que no había escuchado nunca “Portae inferi dilata”, de repente noto el ambiente mucho mas cargado, la energía fluía de forma aun mas turbulenta que antes y cuando creía que iba a desmayarse por la tensión y el ambiente oyó agonizar al que debía ser su ejecutor. Romeo le miro y vio que una punta de lanza, brillante cual diamante, estaba clavada en la garganta del pícaro, pero a su vez la punta no estaba unida a un bastón sino a un látigo, y solo había una criatura en el mundo que usara ese tipo de arma tan sofisticada y letal.

Ahí estaba, amarrando el extremo del látigo, una criatura venida desde el infierno, una sucubo.

- ¡Muy bien, Henar! - Grito de jubilo Cild.

La sucubo se limito a mirar con una gesto burlón a Romeo que se encontraba agachado, mientras chasqueaba su látigo y movía las caderas con sensualidad. Se giro violentamente agitando su larga melena cuando un cono de hielo paso entre ella y Cild. El mago aun seguía en pie y ya estaba cargando otro hechizo cuando Cild grito:

- ¡Acaba con el!

Henar se limito a sonreír y volvió a lanzar su látigo atravesando la mano que mantenía alzada el mago. Este cayo al suelo, retorciéndose de dolor cuando la sucubo se acerco a el con tranquilidad.

- ¡Malditos seáis todos los brujos! ¡Y tu también, traidor!

- Tristis Ahenobarbus... - Dijo la sucubo antes de atravesarle el cuello con el afilado tacón de su bota.

Cuando el mago murió la sucubo comenzó a reír como una lunática, sin percatarse de que Cild y Romeo se acercaron a ella.

- … ¿Eso es normal? - Pregunto Romeo con nerviosismo

- ¿En ella? Si – Afirmo Cild con tranquilidad – Henar, vuelve al plano infernal.

La sucubo se giro hacia ellos al escuchar su nombre y con la misma mirada de superioridad y con aire burlon que lucia todo el tiempo dijo:

- Volo magis homines occidere.

- ¿Que ha dicho? - Pregunto Romeo sin poder dejar de mirar a sus hipnóticos y bellos ojos, afilados como cuchillos y amarillos como el de Cild.

- Ni idea – Contesto Cild encogiéndose de hombros – Hace poco que la conozco, aun no se su idioma. Solo se invocarla y poco mas.

Henar suspiro con desgana y desapareció en el mismo agujero negro, creado de la nada, por el que había venido.

- Solo queda el ultimo guardián y parece que no se ha enterado de nuestra presencia aun – Dijo Romeo intentando aparentar seguridad.

Cild se limito a sonreír y a asentir. Entonces subieron las escaleras hasta el primer piso.
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sábado, 11 de diciembre de 2010

Cabecera provisional

Bueno, como me aburria mucho he hecho esta cutre cabecera. He cogido imagenes de deviantart que simulaban a los protagonistas.

De Izq. a der.

Noa (la pelirroja), Anima (ojos negros), Romeo (fuego), Alfa (espada), Wyn (dragon) y Zero (gafas)

Espero que os guste^^
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jueves, 9 de diciembre de 2010

Cap 8 - Secretos

Amanece un día mas en Otherland. Un Romeo medio dormido desciende las escaleras para encontrarse cara a cara con sus nuevos compañeros de gremio. No era lo que esperaba, había más de treinta personas comiendo como cerdos, gritando y algunos incluso bailaban sobre las mesas... ¿Tan temprano y ya borrachos?... Era una imagen muy diferente a su antiguo gremio, donde todos eran magos estirados que pasaban mas tiempo en la biblioteca que en la calle. Romeo suspiro ante tal pensamiento y termino de bajar las escaleras. Cuando puso ambos pies en el suelo del piso se hizo el silencio. Todos miraron fijamente a Romeo, eso le incomodo muchísimo, no le gustaba llamar tanto la atención. El silencio continuo hasta que la voz de Zero resonó por la sala:

- Él es Romeo, un mago de fuego, ¡el nuevo miembro de nuestro gremio!

Todos gritaron al unisono “¡Bienvenido!” mientras algunos tiraban confeti y otros pequeños conjuros de luz a modo de cohetes. Romeo tardo unos segundos en reaccionar, había pasado la mayor parte de la noche planteándose si había hecho bien en unirse, si esta gente serian malas personas, si estaría cometiendo un error... Pero al ver la bienvenida que le ofrecieron todos sus dudas se marcharon, por muy mala reputación que tuvieran ningún rumor venia de alguien que los hubiera visto de forma tan cercana. Romeo sonrío ampliamente y se sentó entre Noa y Alfa, los cuales le estaban esperando.

- ¿No te esperabas esto eh? - Dijo Alfa sonriendo. - A sido todo idea de Noa.

Romeo negó con la cabeza y después miró a Noa.

- Muchas gracias, realmente no me esperaba algo así.

La musica inundo la estancia, todos bebían y comían celebrando la llegada del nuevo miembro. No era algo usual ya que la expulsión de un miembro de un gremio no era algo común, lo normal era matarlos para evitar que desvelaran secretos del gremio. Secretos que Zero atesoraba hasta que podía darles uso. Zero era famoso por eso, nadie tenia secretos para él en Uvra, a veces ni siquiera poseía el secreto pero la gente daba por sentado que si por que era lo lógico a pensar.

Fuera, en el porche de la casa había un sofá viejo donde Anima y Jin conversaban en ese momento.

- El nuevo parece un buen chico.... - Dijo Jin sonriendo.

- Supongo - Se limito a contestar Anima.

- Tu en tu linea, mientras menos palabras mejor, ¿verdad?

Anima se limito a asentir y Jin no pudo evitar reír ante aquel gesto tan típico de Anima.

- Las palabras... - Comenzó a musitar Anima – … se pueden volver contra uno, el silencio no.

- Eso no es del todo cierto – Dijo Zero, saliendo por la puerta principal.

- Zero... - Dijo Anima.

Jin hizo una pequeña reverencia.

- Buen trabajo en tu ultima misión, Jin – Dijo Zero – Tengo otra para ti, saldrás mañana.

Jin asintió. Zero no solía felicitar a la gente por su trabajo, si no decía nada es que era bueno, si decía algo solo eran criticas pero Zero sabia que Jin trabajaba mejor si la alentaban o felicitaban cuando hacia algo bien, era tan fácil de domesticar...

Paso el resto del día sin incidentes graves, solo los típicos cuando bebían... Alguien perdía un brazo, algún mueble salia volando por la ventana, volaban medio techo... Lo normal en el gremio. Llegada la noche Romeo volvía a su habitación a descansar cuando se encontró a Anima frente a su puerta. Un escalofrío recorrió su nuca, aun que todos los demás parecieran amigables ella siempre tenia la misma expresión en el rostro y eso ponía a Romeo de los nervios...

- Zero quiere verte – Y dicho esto se marchó.

Romeo aun no se acostumbraba a este tipo de trato tan cambiante de unas personas a otras. Por un momento Romeo se pregunto si Anima era así de seria con todo el mundo o por el contrario en compañía de sus amigos era amigable y chistosa... Desecho esa imagen tan escalofriante en seguida. Una Anima risueña le daba aun más miedo que la Anima seria.

Cuando llego a la puerta de la habitación de Zero levanto el puño para picar a la puerta cuando la voz de Zero se dejo escuchar.

- Pasa, esta abierto.

A eso tampoco se acostumbraba, Zero los vigilaba día y noche sin importar donde estaban. Él lo sabia todo de todos y nadie sabia nada de él. Romeo abrió la puerta y encontró a Zero de pie, sosteniendo un libro. No podía verlo en su totalidad pero por la portada parecía un libro de la biblioteca secreta de LasterKha, pero era imposible, la biblioteca estaba fuertemente protegida y era un absoluto misterio que... Romeo cerro lo ojos un momento, era muy inocente por su parte creer que Zero no sabia de la existencia de esa biblioteca.

- Veo que has reconocido el libro – Dijo Zero extendiéndolo para que Romeo lo cogiera.

Romeo entro en la habitación y cogió el libro, realmente era un libro de LasterKha. Seguramente Anima habría ido a buscarlo.

- Jin lo trajo anoche para mi – Dijo Zero como si le hubiera leído la mente.

Se sentó en su sillón de cuero negro y espero la reacción de Romeo. Romeo le miro extrañado.

- ¿Y que quieres que haga?

- Que uses tu magia, el libro sin la magia adecuada no es mas que paginas en blanco pero con la magia adecuada se puede leer.

- No creo, ya habrán cancelado mi magia y...

- Aun no . Le interrumpió Zero – Aun hay tiempo.

Romeo no entendía las motivaciones de Zero, por lo que él sabia esos libros solo hablaban de hechizos de antiguos miembros de LasterKha, eran conjuros poderosos pero solo un miembro consagrado de LasterKha podía llevarlos a cabo... Le parecía una tontería pero no podía negarse a lo primero que su nuevo líder le pedía así que accedió. Abrió el libro por la pagina indicada y poso la mano derecha, con el anillo de LasterKha. Una brillante luz purpura manaba de la palma de la mano de Romeo y se extendía por la pagina dibujando letras por todas partes. Romeo no podía salir de su asombro pero no dejo de concentrarse. Cuando acabo, la luz purpura desapareció después de un fugaz y potente chispazo.

- A funcionado... - Dijo Romeo sin acabar de creerlo.

Zero sonrío y agarro el libro rápidamente.

- Marchate. - Ordeno seriamente.

Romeo estaba confuso pero prefirió no contradecirle y se marcho, cerrando la puerta tras de si. Bajo las escaleras y se metió en su cuarto. Entonces Jin salió de su habitación y fue al cuarto de Zero.

- Quiero que me traigas esto – Le dijo Zero señalándole una de las paginas.

- Me llevara unos días...

- Los que necesites, pero lo quiero, y lo quiero vivo.

Jin asintió y se marcho. Zero cerro el libro y lo guardo, junto con un montón de libros de LasterKha.

- Bibliotecas secretas a mi... - Dijo con todo burlón.


- ¡Buenos días! - Grito Noa al tiempo que abría la puerta del cuarto de Romeo.

- ¿Ya es de día...? - Dijo Romeo medio dormido.

- ¡Siii! ¡Arriba dormilón! ¡Hoy es el gran día! . Exclamo visiblemente emocionada.

-¿Gran día? ¿De que?

- Hoy Zero te asignara a tu pareja perfecta.

Romeo se sonrojo ante esa expresión.

- ¡¿Que?! ¡¿Quien se a creído que es Zero para buscarme novia?!

- ¿Novia?... Me refería a compañero de trabajo.

- Ah... Bueno.... Vale...

Noa sin dejar de sonreír le saco de la cama.

- Vistete y sube al tercer piso, Alfa y yo te esperamos ahí. - Y dijo esto se marcho.

Romeo miro su reloj, solo eran las cinco y media de la mañana... ¿Como podía tener tanta vitalidad a esas horas? Se desperezo, se vistió y salio de su cuarto, hacia el cuarto de Zero en el tercer piso.
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domingo, 5 de diciembre de 2010

Retraso

El capitulo 8 de El Gremio saldrá el Miércoles 8 por motivo del puente. Perdonad las molestias.


Yogur
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domingo, 28 de noviembre de 2010

Cap 7 - Escoria

El silencio inundaba la sala, hacia ya más de veinte minutos que Zero observaba a Romeo, sentado frente a él, en silencio. Romeo empezaba a incomodarse pero intentaba no moverse pues cada vez que hacia el menor movimiento Zero se plantaba frente a su teclado y escribía algo.

- … Esto... ¿Querías verme?

Zero le miro arqueando una ceja y dijo mientras volvía a escribir:

- Veintitrés minutos y cuarenta y dos segundos... Bastante poco...

- ¿Perdón?

- El tiempo que eres capaz de estar callado frente a mi en un primer contacto. Tienes algo más de paciencia que la media de las personas pero bastante menos que los más pacientes del gremio.

- No entiendo nada...

- No intento que lo entiendas – Dijo con una sonrisa bastante falsa.

Romeo estaba bastante incomodo pero Alfa le había avisado de que con este “líder” había que tener más paciencia de lo habitual. Pero esto ya era demasiado para él...

- Bueno, entonces ¿que quieres de mi? - Dijo Romeo serio y decidido.

- Que entres en mi gremio.

La sinceridad y claridad de las palabras de Zero dejaron perplejo a Romeo durante unos momentos.

- … ¿De verdad?... Pero... acaban de expulsarme de LasterKha... ¿No quieres saber al menos el motivo?

- Ya se el motivo, pero aun que no lo supiera me daría igual. ¿Acaso no has oído hablar de este sitio?

Romeo asintió con temor. Si había oído hablar de este sitio, con infinidad de detalles. Sabia que entre estos muros se escondían personas peligrosas, sabia que este gremio estaba gobernado por una persona impasible, fría y calculadora. Sabia que la mano derecha de ese líder impasible era una asesina aun mas fría y calculadora que su jefe. Sabia que el famoso Matadragones también estaba de su lado. Sabia que uno de los mejores arqueros del mundo habitaba entre estos muros también. Sabia muchas cosas de Otherland, por eso temía haber sido invitado... ¿Era también una mala persona? ¿Un asesino? ¿Su crimen era tan grave como para acabar aquí? ¿Se había convertido en escoria?

- ¿Entonces? ¿Quieres entrar en mi gremio o no? - Zero le miro como si supiera a ciencia cierta lo que Romeo estaba pensando.

Romeo trago saliva y asintió.

- Bien, bienvenido al equipo – Y dicho esto estrecho la mano de Romeo – Anima te explicara el funcionamiento del lugar y en unos días te designare un compañero.

Romeo se levanto.

- ¿Un compañero?... ¿Anima? - Romeo empalideció.

- ¿Me has llamado Zero? - Dijo una voz desde la puerta.

Romeo se giro y vio a Anima. Una de las figuras más temidas de la noche de Uvra estaba ante él, el cuerpo no le reaccionaba.

- Si, este es el nuevo. Se llama Romeo, es un mago.

- Si, ya lo se – Dijo Anima mirando de arriba a abajo al nuevo – No parece gran cosa... Como sus compañeros...

Romeo enmudeció, ¿estaba insinuando que había matado a otros magos? ¿Seria un farol? ¿Estaría Romeo viendo fantasmas donde no los había?

- ¿Vamos o que? - Dijo Anima con desden mirando a Romeo.

Romeo se limito a asentir y salir de la habitación con Anima.

Zero volvió a su teclado.

- Bueno... Ahora a buscar a alguien que tenga paciencia media o superior... Con un inferior no puedo ponerle, no tiene dotes de iniciativa... - Dijo para si mientras tecleaba como siempre.


Anima bajo las escaleras acompañada de Romeo, abajo en el primer piso esperaban Alfa y Noa.

- ¿Que tal ha ido? - Pregunto Noa con nerviosismo.

- ¿A que no a sido tan malo? - Dijo Alfa con una sonrisa maliciosa.

Romeo se limito a sonreír, al menos ellos parecían buenas personas.

El día paso sin mas incidentes, Anima enseño a Romeo lo básico sobre el gremio, su habitación y algunos detalles importantes a tener en cuenta, acompañada en todo momento por Noa y Alfa, los cuales también le contaban detalles más triviales a Romeo para hacerle sonreír ya que nadie bajaba contento de su primera conversación con Zero.

Ya desaparecido el sol del cielo Romeo se fue a su habitación, y al poco tiempo de irse otra de las figuras más temibles de la noche de Uvra entro por la puerta. Era una persona alta ataviada con una gran capa con capucha de color marrón oscuro, de la cual escapaban por delante algunos mechones largos y rubios como los rayos del sol.

- Bienvenida a casa, Jin – Dijo Noa con su característica alegría.

A su vez Jin dejaba ver su rostro, retirando su capucha. Sus ojos azules como el cielo se entornaron en una expresión de felicidad cuando devolviéndole la sonrisa a Noa contesto:

- Gracias, me alegro de haber vuelto al fin.
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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Encuesta, ¿Cual es tu personaje favorito?

Tenia intención de esperar al capitulo 10 para crearla pero entre las ganas que tenia de ponerla y que ahora hay mas lectores no he podido resistirme xD

A la derecha tenéis la encuesta, si aquí ponéis el motivo os lo agradeceré mucho^^

Yogur! Leer más...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cap 6 - Mago

Cuando llegaron al puerto los magos aun seguían riéndose y ahogando a esa persona sin ningún miramiento ni compasión. Alfa y Noa se acercaron sigilosamente hasta llegar a unos barriles que habían justo detrás de los magos.

- Son demasiados... - Pensó Alfa al verlos. No tenían pinta de ser magos muy poderosos, mas bien parecían un puñado de novatos haciendo el tonto pero nunca había que menospreciar a un mago.

Noa por su parte se veía notablemente incomoda, los magos la ponían nerviosa y no era para menos.

- Noa, relajate... - Le susurro la voz de Zero desde el transmisor.

La voz de Zero siempre la tranquilizaba y le infundía valor, sabia que Zero siempre estaba ahí velando por ellos en todo momento.

- Escuchadme bien los dos, he estado investigando y por sus túnicas son magos del gremio de LasterKha, y no son famosos por su amabilidad, Alfa tienes carta blanca para hacer lo que sea pero daros prisa, el “juguete” ya apenas se mueve...

Cuando Zero dijo esto Noa se sobresalto, miro al agua de nuevo donde el agua estaba agitada y no pudo controlar su impulso.

- ¡¡Parad por favor!! - Grito saliendo de su escondite.

Los hombres encapuchados se giraron hacia ella, incluso el que manejaba el agua paro dejando tendido en el aire a la pobre victima. Alfa se quedo atónito ante este imprevisto, adiós a el ataque sorpresa.

- ¡Noa! ¿Pero que haces? ¡Vete de ahí! - Le grito Zero.

Al escucharle Noa se dio cuenta de su error pero antes de poder reaccionar una bola de fuego volaba hacia ella.

- ¡Noa! - Grito Alfa, acto seguido se interpuso entre ella y la bola, sufriendo graves quemaduras.

- ¡Alfa! - Noa se arrodillo a su lado.

Los magos rodearon a una Noa aterrorizada y un Alfa semi inconsciente.



- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Anima! ¡Ve rápido! - Grito Zero notablemente alterado.

Anima salio corriendo sin decir ni una palabra. Zero se recostó en su silla si poder dejar de mirar la pantalla, si Anima no se daba prisa Noa y Alfa morirían a manos de esos magos.

- No debí enviarles a ellos... - Se lamento mientras se revolvía el cabello de la nuca intentando calmarse.



Noa se abrazo a Alfa con los ojos inundados en lagrimas mientras los magos se acercaban mas y mas.

- ¿No sabéis que no hay que meterse en los asuntos de LasterKha? Odio a los de Otherland, os creéis el ombligo del mundo, ¿verdad? Pues ya no – Dijo uno de los encapuchados con una sonrisa que reflejaba toda la crueldad de un gremio entero.

Noa se limito a observarle en silencio, sabia que ella nada podía hacer, su magia no era ofensiva y aun que intentara curar a Alfa no le dejarían. Los magos se alejaron unos cuantos pasos menos el que parecía el cabecilla, el único que había hablado y el único que estaba torturando a quien habían venido a salvar. Entonces alzo los brazos dispuesto a lanzar un hechizo que con toda seguridad los mataría de un golpe. Las lagrimas de Noa comenzaron a deslizarse por sus mejillas, su cuerpo solo podía temblar así que se limito a mirar a Alfa, que a causa de sus heridas yacía inconsciente hacia unos minutos. Noa podía escuchar como aquel despreciable ser que se hacia llamar mago murmuraba las palabras del conjuro. Pero en contra de todo pronostico Noa se levanto. Se planto frente a su enemigo, bastón en mano y mirada decidida. Zero se limito a contemplar la escena en silencio. El mago miro a Noa, incrédulo pero prosiguió su conjuración cuando de repente Noa murmuro algo a gran velocidad y de repente la punta de su bastón lanzo una onda mágica que lanzo al mago hacia atrás varios metros, casi cae al agua.

- Interesante... - Murmuro Zero.

Noa cayo sentada al suelo, visiblemente agotada, nunca había hecho algo así. Estaba entre sorprendida y asustada. El mago se levanto rápidamente, sin ninguna herida, al fin y al cabo solo fue una onda, pero aun así le había tumbado una cría indefensa, estaba colérico por ello. Se acerco hacia la joven, acompañado por sus colegas, con la clara intención de vengarse pero de repente unas llamas que aparecieron de la nada les rodearon.

- … Por... por fin... - Dijo una voz tras de ellos.

Era la persona que estaba siendo ahogada, un mago igual que ellos. Estaba totalmente empapado, salvo sus manos con las que controlaba el fuego. Noa se quedo mirando el espectáculo que las llamas ofrecían, un grupo de magos supuestamente poderosos gritando como niñas e intentando escapar del fuego. El mago de fuego movió las manos mas rápidamente, formando un único camino a seguir con las llamas y obligo a los otros magos a marcharse de allí, siguiendo ese camino.

Noa se quedo mirando a ese mago, llevaba las mismas túnicas que sus agresores... ¿Seria un marginado como ellos? Estaba segura que si, y que esa era la razón por la que Zero les había mandado a buscarlo.

- ¿Hola? - Dijo el mago que ya se había arrodillado frente a ella - ¿Estas bien?

- Hola... Si... ¿Y tu?

- Ahora mejor... ¿Que tal tu amigo?

¡Alfa! ¡Con todo el alboroto se había olvidado de el! Noa se giro rápidamente y fue hasta el. Invoco un hechizo para las quemaduras y le dio una poción. A los pocos segundos Alfa recupero el sentido.

- … ¿Estas bien Noa?... - Susurro.

- Si... Muy bien...

- ¿Y a quien hemos venido a salvar?

- También estoy bien, gracias por preguntar – Dijo sonriendo el joven mago mientras se agachaba al lado de Noa – Tus poderes de curación son realmente buenos... esto...

El joven de ojos castaños y larga melena también castaña recogida en una coleta se quedo mirando a Noa esperando. Noa sonrió levemente y dijo.

- Me llamo Noa, y el es Alfa.

- Encantado de conoceros a ambos, me habéis salvado la vida. Mi nombre es Romeo.

Alfa se incorporo.

- ¿Y como es posible que te doblegaran siendo tan poderoso? - Pregunto Noa con curiosidad.

- Veréis, es que yo soy un mago elemental, dedicado al fuego. Si estoy totalmente mojado el fuego no puede fluir por mi cuerpo y no puedo hacerlo surgir, ademas que si apenas tienes tiempo para respirar no puedes ponerte a conjurar – Esto ultimo lo dijo sonriendo.

- Bueno, sera mejor que volvamos a casa. Hay alguien que quiere conocerte, Romeo. En verdad ya debe conocerte... - Y dicho esto se puso en pie.

Noa se limito a reír y Romeo a poner cara de no comprender nada. Los tres pusieron rumbo a Otherland.

Por otra parte, en una calle no muy lejana...

- No sois tan poderosos cuando os desangran por el cuello como cerdos... - Dijo Anima sentada en uno de los cadáveres de los magos mientras limpiaba su daga con la túnica de su victima.

Como era costumbre, se deshizo de los cuerpos tirándolos al mar con piedras atadas pero no sin antes dejarles su propia marca grabada con su daga. Una vez acabado su trabajo volvió a casa.

Zero se limito a observar una vez mas el trabajo impecable de Anima, en silencio.
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lunes, 15 de noviembre de 2010

Final de "Espada"

Sinceramente esta minisaga me ha quedado mucho más larga de lo que suponia pero espero que os haya gustado igual ^_^

Ahora ya volvemos con la trama principal pero tendreis que esperar hasta el lunes 22 para el siguiente capitulo.



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Cap. 5 Espada IV

Pasaron tres largos años hasta que encontró a su padre en una taberna de un pequeño pueblo de montaña. En esos años Alfa creció y maduro como hombre y como espadachín. Es increíble la cantidad de dinero que es capaz la gente de dar a cambio de que uno atraviese a alguien con su espada, realmente increíble.

Entro en la taberna con pie firme y se acerco hasta un lugar de la barra donde controlar al que le vendió hace unos años por unas copas. No era como Alfa lo recordaba sinceramente, él recordaba un hombre alto y fornido, de mirada severa y grandes manos pero ahora no era más que un viejo canijo de mirada triste y gesto cansado. Después de beber dos copas de “valor” Alfa se puso en pie y se acerco hasta el hombre.

- ¿Eres Harold Karensen?

El hombre al escuchar su nombre alzo la vista de la copa y con desden dijo:

- ¿Quien quiere saberlo?

Alfa controlo su ira todo lo que pudo y casi en susurros contestó:

- Mi nombre es Alfa, y tengo algo que solucionar contigo... Fuera.

- No quiero salir fuera, hace frío.

Ya no pudo controlar más su ira y agarro por el frágil cuello a Harold. El hombre pataleaba en el aire mientras intentaba respirar, cada vez estaba más morado y Alfa no parecía querer soltarle. Entonces el silencio que se produjo en la ruidosa taberna lo saco de su ensimismamiento. Bajo al hombre pero sin soltarle, echo una mirada a los atónitos espectadores y arrastrando a Harold lo saco de la taberna. Una vez solos, tras la taberna tiro al hombrecillo contra unos barriles de madera.

- No me reconoces, ¿verdad, viejo? - Las palabras de Alfa estaban cargadas de más veneno del que podría imaginar.

- Creo que te equivocas de persona... Yo no le debo dinero a nadie ni nada...

- ¿Dinero? - Alfa clavo su espada en el barril que había al lado del hombre. - ¿Tengo cara de buscar dinero?... No, yo vengo por algo menos valioso pero que necesito más...

- ¡N-no se que quieres decir! ¡Habla claro!

- ¡Vengo a por tu vida, viejo bastardo!

Harold miro a los ojos llenos de ira de Alfa y entonces lo vio, reconocería esa mirada en cualquier parte. Era su propia mirada años atrás, cuando el alcohol y el autocompadecimiento no habían ahogado su alma.

- … Tu... Tu eres...

- Demasiado tarde – Susurro Alfa mientras clavaba a Whiteflake en su torso, haciéndole gritar de agonía sin dejar acabar su ultima frase.

Alfa retiro la espada del cuerpo inerte de aquel hombre, observo su cuerpo unos minutos. La paz que creía que conseguiría tras matarlo parecía no llegar. Matar a este hombre no iba a devolverle a su madre, ni a Wyn. Alfa lo sabia pero no quería admitirlo.

Cinco años más pasaron en la vida de Alfa buscando a La Manada sin éxito, reconocido cazarecompensas, temido por donde pasaba pero también un conocido alcohólico. Al igual que su padre lo pensó una vez, Alfa quería ahogar su dolor en alcohol pero lo único que conseguía era despertar al día siguiente en algún callejón frío sin recordar el día anterior.

Pero esa noche se estaba pasando, sentado en una ultima mesa de la Taberna “La princesa Mimosa” llevaba más copas de las que podía contar y su cuerpo apenas le respondía a aquellas horas. Se dispuso a irse pero no pudo controlar su fuerza y cayo de bruces sobre un grupo de hombres con malas pintas. Tomándolo como una provocación, sacaron a Alfa a rastras del local, hasta un callejón cercano.

- Jefe, creo que es el famoso “matadragones” - Dijo uno sorprendido, mirando al que parecía el cabecilla.

Matadragones, Alfa odiaba ese mote. Pero el suceso ocurrido hace ocho años no había pasado desapercibido. Pero como todos los rumores, la gran mayoría de la historia era mentira.

- ¿Estas seguro? Este cabrón se cargo a dos de los nuestros hace un par de meses. Deberíamos castigarlo por ello. ¿No creéis?

Ante esta pregunta todos vitorearon la idea, matar a un gran cazarecompensas indefenso que además había causado problemas a su grupo... ¿existía algo mejor?

Cuando se disponían a rajarlo cual cochino en el matadero uno aporto una gran idea ”¿Y si le damos una paliza antes?” Todos guardaron sus armas y sonrieron con maldad. Durante unos minutos que a Alfa le parecieron eternos los cinco tipos estuvieron golpeándole con puños, piernas e incluso tablas de madera hasta que uno cayo inexplicablemente al suelo muerto. Todos se acercaron a él y vieron que una pequeña daga estaba incrustada en su nuca. El pánico estallo en el grupo, desenfundaron sus armas y comenzaron a mirar a todas partes.

- ¿Tienes compañeros Matadragones? - Dijo uno mientras le propinaba una patada en la cabeza.

Pero antes de poder culminar su ataque una cimitarra apareció atravesándole el esternón desde atrás. A Alfa le pareció reconocer una pequeña silueta, por la forma parecía una mujer pero no estaba seguro ya que solo podía verla a contraluz.

El hombre cayo al suelo y el resto del grupo pudieron ver a su atacante, era una joven de no más de 17 años que les miraba con cara impasible. Los tres hombres restantes atacaron a la vez a la joven la cual les esquivo con gran facilidad.

- ¿Es lo mejor que sabéis hacer? - Pregunto la chica de ojos pardos.

Dicho esto salto hacia ellos, atravesando a dos con sus armas. El tercero aterrorizado corrió hacia la salida del callejón pero antes de llegar una nubecilla de polvo verde le cegó. Intento volver a correr pero una violenta tos se lo impedía, siguió tosiendo hasta que cayo al suelo, muerto.

- Vaya, el polvo de kho funciona mejor de lo que esperaba... - Dijo un joven que salio de entre las sombras.

La joven lo miro mientras se acercaba a ella y se limito a asentir y miro a Alfa de nuevo.

- Casi lo matan.

- Exacto, casi. - Dicho esto se arrodillo junto a un Alfa desorientado y herido. - Desazte de los cuerpos, Anima.

Anima asintió y se marcho.

- ¿Puedes oírme?

Alfa se limito a mirarle fijamente y asintió levemente.

- Bueno, ¿quieres formar parte de mi gremio? Estoy al corriente de tu pasado y puedo ayudarte a encontrar a “La Manada”.

Los ojos de Alfa brillaron ante esa invitación. El joven con gafas espero en silencio una respuesta y cuando creyó que no iba a recibirla Alfa le cogió del brazo con fuerza y asintió muy seriamente.


>>> ¿Noa? - Dijo Alfa mientras zarandeaba a la chica. - Vuelve al mundo real, tenemos una misión que cumplir.

- ¿Eh? Ah, si perdona. Estaba pensando en mis cosas – Dijo Noa con una sonrisa tímida y comenzó a bajar las escaleras.

- ¿Sus cosas? - Alfa se quedo pensativo por unos instantes pero luego sujeto a WhiteFlake con fuerza y bajo las escaleras tras Noa a gran velocidad.
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lunes, 8 de noviembre de 2010

Cap 4 Espada III

La luz de la luna que entraba por la ventana abierta iluminaba la cama donde su madre ahora yacía plácidamente. Alfa limpio la sangre, ordenó la habitación, peino y acomodo a su madre en la cama. Cuando acabo parecía que nada había pasado, su madre dormía en la cama que estaba adornada con las flores que había comprado en la mañana, el silencio arropaba la estancia. Miro a su madre por ultima vez y beso su frente a modo de despedida. Salio de la casa llevando consigo un hatillo con sus cosas y su espada atados a su espalda. Encendió una antorcha que tiro al interior de la casa después de un largo suspiro para calmarse y cerro la puerta.

La casa comenzó a arder a sus espaldas pero no se giro en ningún momento a contemplar como su único hogar perecía, junto a su madre, para siempre.

Ahora tenia una única misión, acabar con La Manada.


- Padre... - Susurro Wyn, que se hallaba subida a un muro lejos de la casa de Alfa, contemplando el humo y la luz procedentes de la casa junto a otra persona.

- ¿Si? - Se limito a contestar sin apartar la vista del humo.

- ¿Estas completamente seguro de que Alfa es quien buscamos?...

- Totalmente, su padre lo confeso a las cuatro copas de vino...

- … de acuerdo... Pero no era mejor verificarlo primero?...

- Para eso estabas tu pero no lo has hecho – Dicho esto la miro de forma que Wyn sintió como la atravesaba con la mirada, tan fría y distante, de un color azul que casi parecía blanco, sin vida.

Wyn se limito a guardar silencio y agachar la cabeza.


Alfa caminó en busca de la caravana de La Manada pero como ya esperaba la caravana ya no estaba estacionada en la plaza del pueblo. Inspecciono la zona y encontró unas huellas de ruedas que salían del pueblo y sin perder tiempo las siguió hasta adentrarse en el bosque.

Llego hasta un claro, la luz de la luna alumbraba con fuerza toda la zona y Alfa pudo ver que unas sombras se reunían a su alrededor. No alcanzaba a verles la cara puesto que estaban muy lejos pero no le hacia falta, sabia que los había encontrado o más bien, que ellos le habían encontrado a él.

- ¿Donde esta Wyn? - A diferencia de todas las demás veces en las que había pronunciado su nombre con amor esta vez sus labios solo desprendían puro odio.

El silencio fue su única respuesta.

- ¡¿Que donde esta Wyn?! - Repitió desenfundando la espada.

- ¿Para que quieres verla? - Dijo una de las sombras mientras se adelantaba hasta él.

Era el padre de Wyn, un hombre alto y de porte firme. Era bastante más alto que Alfa pero eso no le hizo retroceder, es más, se encaró con él.
- ¿Por que habéis hecho eso? ¿Por que habéis venido? ¡¿Por que habéis matado a mi madre?! - Dijo mientras agarraba al hombre de larga melena plateada de la ropa.

Casi al mismo tiempo que Alfa le agarraba de la ropa el hombre con un rápido movimiento tiro a Alfa al suelo.

- No vuelvas a tocarme – Dijo pasándose las manos por la ropa.

Se agacho al lado de Alfa y le dijo:

- Mira chico, tu madre a muerto por tu culpa, si en vez de estar tonteando con mi hija hubieras estado en casa ella ahora seguiría viva.

Alfa quedo petrificado ante aquellas palabras. Era cierto, si hubiera estado con su madre como siempre puede que ahora estuviera viva, no, es seguro que ahora seguiría viva. Le había fallado a su madre, dejándola sola. Alfa no podía moverse, solo sentir como las lágrimas acariciaban sus mejillas frías por la hierba del campo.

- Y tu ahora morirás por culpa de tu padre.

- No, tu padre es un triste borracho que vive en Lhambert, vagando de taberna en taberna y contando secretos inconfesables a cualquiera que le invite a un trago. Y él nos contó tu secreto.

- ¿Que?... ¿Que secreto? - Murmuro sin poder levantarse.

Las sombras que lo rodeaban comenzaron a murmurar, Alfa no alcanzaba a entenderles.

- ¿Quien seria capaz de condenar a su hijo tatuándole uno de los pedazos del mapa de Noss? ¿No sabia que eso lo condenaría a muerte?

- ¿Pero tu lo viste? No era más que un triste borracho, no pensó en las consecuencias y si lo hizo le dio igual.

- Aun que fuera un borracho ahora, tuvo que ser un genio en su momento para tatuarle un mapa que solo cuando el bebe creciera podría leerse en su totalidad...

- ¿Por que esperar tanto? - Dijo el padre de Wyn – Arranquemosle la piel y extendamosla nosotros mismos.

Eso si que llego Alfa a escucharlo con claridad y pudo ponerse en pie.

- De eso ni hablar, viejo loco... Os haré pagar por esto.

Alfa se puso en guardia intentando calcular cuantos enemigos le rodeaban, no pensaba dejar que ninguno saliera con vida de esta. Pero cuando iba a cargar contra el hombre que se alzaba ante si una sombra atravesó la luz y dejo ver un rostro que Alfa conocía muy bien.

- …. Wyn... - Alfa sintió perder las fuerzas, la espada pesaba mucho más de lo normal.

Sus ojos, siempre alegres y vivos ahora estaban ahogados en lagrimas.

- … Lo lamento tanto Alfa... - Dijo entre sollozos.

Esa disculpa fue como una jarra de agua fría para Alfa, era una confesión. Ella sabia que esto pasaría y no hizo nada por evitarlo, es más, todo lo hizo para este fin. La ira hervía la sangre de Alfa. Sin poder dominarse ataco a Wyn. Pero su ataque freno en seco cuando una luz parecía provenir del cuerpo de Wyn. La luz cada vez era más intensa y cegó por unos instantes a todos los presentes. Cuando todo paso y Alfa pudo volver a ver Wyn ya no estaba, en su lugar había un majestuoso dragón de escamas blancas.

- …. ¿Wyn?...

El dragón se quedo mirando a Alfa fijamente, realmente era ella, reconocería esos ojos azules en cualquier sitio. Alfa se quedo atónito unos segundos pero poco le duro ya que enseguida recordó por que estaba allí y por que sentía tanto odio hacia una persona que había creído amar.

Alfa iba a saltar hacia Wyn pero ella se le adelanto. El enorme dragón salto sobre él pero Alfa lejos de asustarse o intentar apartarse hundió su espada en el vientre de la bestia. El dragón dejo escapar un grito ensordecedor que asusto a todas las sombras que aun los rodeaban, incluso el padre de Wyn huyo cuando escucho el rugido. Wyn lentamente volvió a su forma original, yaciendo a los pies de Alfa. Él la miro con desden mientras ella le miraba a través de sus lágrimas pero había algo raro, Alfa miro por encima del hombro de Wyn y vio algo que no esperaba, cinco flechas estaban clavadas en su espalda. Entonces lo comprendió, Wyn no le estaba atacando, le intentaba proteger.

Rápidamente y con cuidado retiro una a una las flechas y su espada del vientre de la joven. Antes de poder decir nada las lágrimas afloraron a sus ojos y solo podia balbucear mientras acomodaba la cabeza de Wyn en su regazo.

- … y-yo...yo... - No alcanzaba a decir nada más.

Wyn le sonrío, como cada día que se encontraban y toco los labios de Alfa con uno de sus dedos ensangrentados.

- No tienes... que decir nada... Lo entiendo... y lo lamento tanto... a pesar de lo que siento... por ti... no he hecho nada mas... que herirte... lo siento tanto... - Las lágrimas de Wyn se mezclaban con la sangre de sus mejillas.

Antes de que Alfa pudiera decir nada más Wyn cayo en un profundo sueño del que no volvería a despertar. Alfa paso varias horas abrazando al cuerpo sin vida de Wyn,hasta que salio el sol por el horizonte. La luz le hizo volver de su ensimismamiento.

Cavó un hoyo en aquel claro y dejo allí a Wyn, para que descansara en paz.
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lunes, 25 de octubre de 2010

Cap 3 – Espada II

Con los primeros rayos del sol Alfa salio de su casa, en busca de su nueva amiga Wyn. Hacia ya dos días que la caravana de La Manada había llegado a su pueblo y por el momento no parecía que tuvieran intención de irse, cosa que el joven Alfa agradecía enormemente.

Allí estaba Wyn, como los días anteriores, sentada bajo la sombra de un cerezo esperando pacientemente a su acompañante.

- ¡Buenos días Wyn! - Dijo mientras llegaba hasta ella – ¿Llevas mucho tiempo esperando?

- No, tranquilo – Contesto con una suave sonrisa.

El pueblo de Alfa realmente no era muy grande, es más, en una tarde podía verse todo pero él la llevaba a ver pequeños detalles del pueblo que no podían verse a simple vista.

- Y ahí debajo vive una familia de gatos – Dijo Alfa señalando el hueco de un árbol – La señora de esa casa de ahí los alimenta a diario.

- Que bonito – Dijo Wyn mirando el hueco esperando ver algún gato. - Es algo tarde, Alfa. Debería volver ya.

- Tienes razón, casi ha anochecido.

Volvieron al cerezo donde se encontraron por la mañana y allí se despidieron, como los días anteriores.

- ¿Nos veremos mañana? - Preguntó Alfa con temor.

Wyn se limito a sonreír como las otras veces, pero esta vez añadió un efusivo abrazo a su despedida.

- Buenas noches, Alfa – Y dicho esto se marcho.

Alfa se quedo atónito ante tal acto, no se esperaba una muestra de afecto así y menos tan pronto. Paso varios segundos inmóvil, Wyn ya se había marchado pero Alfa seguía sin poder moverse. Cuando recupero el control de su cuerpo y su mejillas dejaron de estar coloradas marcho rumbo a su casa, sin poder dejar de pensar en Wyn. Realmente Wyn se había convertido en alguien importante en su vida, aun que corta su estancia había sido intensa, y Alfa atesoraba todos los segundos que pasaba a su lado.

El sol se marcho a sus espaldas de camino a casa, Alfa no reparo en la extrañeza de aquel abrazo, solo podía pensar que tal vez, solo tal vez Wyn sintiera lo mismo que él sentía por ella. Tan absorto que estaba en sus pensamientos no reparo en que de camino a casa no se oía nada ni a nadie en todo el pueblo.

Cuando llego a su casa comenzó a sospechar, las luces estaban apagadas y no salia humo de la chimenea como todos los días. Un Alfa tembloroso desenvaino la espada y se acerco con cautela a la puerta.

- ¿Mama? - Dijo mientras abría la puerta con delicadeza.

Solo el silencio respondió a su llamada.

- ¿Mama? - Dijo esta vez más decidido.

De nuevo, el silencio. Alfa, ya más preocupado por su madre que asustado entro en la casa dejando la puerta abierta para que la luz de la luna iluminara mínimamente la habitación.

La casa estaba ordenada, como siempre, nada parecía haberla alterado pero su madre no estaba y no iba a irse sin avisarle, nunca haría algo así. Avanzo unos pasos de forma lenta y pesada, afianzando bien los pies en el suelo cada vez que lo tocaba. Se acerco a la puerta de la habitación de su madre que estaba medio abierta y de la cual salia una corriente.

- ¿Mama? - Dijo de forma más decidida.

Otra vez el silencio le envolvió, pero de repente un ruido hace que gire sobre sus talones de forma imprevista. La puerta se había cerrado, ahora solo le envolvía la oscuridad, y aun que Alfa aun no podía creerlo la oscuridad le daba mejor visión de su alrededor que la luz, él sabia exactamente la colocación de los muebles de la casa y los pequeños sonidos que esta hacia. Ahora podía oír las personas que le estaban rodeando aprovechando el velo de la oscuridad y la incertidumbre.

- ¿Donde esta mi madre? - Dijo de forma decidida mientras giraba hacia donde oyó que estaba uno de ellos.

- Esta muerta – Espeto una de las voces en la oscuridad.

Alfa creyó volverse loco al escuchar eso, no podía ser verdad, ¿quien podría quererle mal? No tenían nada de valor en la casa por la que matar a su madre, entonces, ¿por que? Las preguntas le envenenaban la mente y sin pensárselo dos veces arremetió con su espada a la oscuridad que le hablaba.

- ¡Mientes! - Grito desesperadamente Alfa mientras seguía golpeando al aire buscando a su enemigo - ¡No puede estar muerta!

Su ultimo grito fue prácticamente ahogado en llanto. Seguía arremetiendo contra la oscuridad pero no podía evitar que las lágrimas afloraran a sus ojos.

De repente un destello de luz proveniente de una rendija de la puerta descubrió la ubicación de su enemigo y sin pensárselo dos veces lo ensarto con su espada.

- ¡Dime donde esta mi madre ahora mismo! - Grito con furia.

Miro fijamente el rostro de aquel hombre, no podía verlo bien pues apenas había luz y sus ojos aun estaban húmedos. Sus lágrimas se secaron sobre su rostro, dejando su marca a su paso. Entonces Alfa se dio cuenta de que estaba cerca de la mesa, donde había una pequeña lampara de fuego mágico. La alcanzo con una mano y la encendió. Alfa no podía creer lo que estaba viendo, ¡era uno de los músicos de La Manada! Un miembro del clan de Wyn yacía muerto ante él. Ante la perdida del anonimato los otros dos hombres que estaban con él salieron corriendo por la puerta principal, haciendo un gran estruendo.

Alfa contemplo el cuerpo inerte de aquel hombre, había compartido largas conversaciones con él durante horas cuando Wyn no podía salir a pasear y ahora lo había matado, Alfa había matado a ese hombre con sus propias manos. Se le revolvió el estomago y no pudo evitar devolver lo poco que había comido en compañía de Wyn horas antes. Cayo de nalgas frente al cuerpo y se quedo allí contemplando el cuerpo durante un rato. Era la primera persona a la que Alfa le arrebataba la vida y no pudo evitar sentir remordimientos... ¿Como podría vivir con esto? ¿Que pensaría Wyn de él ahora? ¿Y su madre?... ¿Su madre? ¡Su madre! Por un momento había olvidado por que había arremetido con tanta violencia contra ese hombre, él le había dicho que su madre estaba muerta. Tenia que encontrarla. Miro la puerta de la habitación de su madre, por donde habían salido esos tipos momentos antes. Fue hasta la puerta, pero tenia un mal presentimiento. Apoyo la mano temblorosa en la puerta y la empujo con cuidado. Adentro primero la lampara de fuego mágico para alumbrar la estancia.

La habitación estaba destrozada, los muebles estaban por el suelo, la poca ropa que tenia su madre también y en la cama parecía que había algo. Un escalofrío le recorrió la nuca a Alfa, trago saliva y alumbro la cama. Sus peores pesadillas tomaban forma, el cuerpo sin vida y ensangrentado de su madre yacía sobre la cama. Estaba maniatada, con pequeños cortes por todo su cuerpo y con infinidad de lágrimas secas en su rostro. Era obvio que la habían torturado antes de matarla.
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domingo, 10 de octubre de 2010

Cap 2 – Espada

Hacia varias horas que Noa había ido a despertarle, incluso hacia rato que oía como todo el mundo se levantaba y estaban desayunando. El olor del desayuno preparado por Noa llegaba hasta su cama que se encontraba en el segundo piso.

Alfa dio un par de vueltas más en la cama pero el olor del desayuno no le dejaba volver a conciliar el sueño, así que se levanto con pereza de la cama y fue hasta el baño para asearse. Una vez despierto totalmente bajo las escaleras hasta el salón. El lugar donde ayer era una fiesta desenfrenada ahora era un salón con dos largas mesas ocupadas por personas somnolientas que devoraban el desayuno mientras hablaban a voces de la fiesta de anoche.


Les miro a todos intentando encontrar a Noa para desayunar juntos, como cada mañana. Allí estaba, donde siempre, sentada en la silla más cercana a la ventana mirando el paisaje.

- Buenos días, Noa – Dijo Alfa cuando llego a su lado.

- Buenos días, Alfa – Musito Noa con una sonrisa.

El desayuno transcurrió en paz, como casi todos los días.

- Buenos días a todos – Resonó la voz de Zero por todo el salón – Tengo una misión para quien la quiera, pero debe ser ahora mismo.

El silencio inundo la sala, nadie quería trabajar a la luz del día, era demasiado peligroso.

- Tal como esperaba, bueno, Alfa y Noa id vosotros.

- ¡¿Que?! Ni hablar, ¡estoy desayunando, Zero! - Espeto Alfa.

Noa se limitó a levantarse e ir hacia las escaleras mientras Alfa discutía con Zero. Cuando llego a las escaleras, se giro hacia Alfa y él ya estaba casi a su lado. Noa se limito a sonreír.



- Adelante- Dijo Zero cuando picaron a su puerta.

Alfa y Noa entraron en la sala de nuevo, se acercaron hasta él y esperaron ordenes. Zero no dijo palabra, solo señalo uno de los monitores. Era la imagen de una de las veinte zonas del puerto, estaban señalizadas según la pantalla que las ilustraba, así que era la zona siete. Miraron durante unos segundos la pantalla pero no vieron nada, hasta que se percataron de unas sombras en la parte inferior derecha. Eran unos hombres encapuchados, uno de ellos tenia las manos alzadas en dirección al agua. El agua estaba siendo manejada por ese hombre.

- ¿Magos? - Preguntó Noa con respeto.

- Fijaos en el agua... - Susurró Zero.

Volvieron a mirar la pantalla, esta vez centrando su atención en el agua. Poco podia verme aparte de las olas provocadas por el mago, pero por un instante algo más pudo verse, una mano. Los magos estaban ahogando a alguien.

Zero no tuvo que decir nada, antes de que se diera cuenta Alfa y Noa ya se habían marchado a por sus cosas.

Alfa entro en su habitación a por su armadura y Noa en la suya a por su bastón y pociones.

La armadura de Alfa poseía algo de magia así que era muy fácil de poner y no necesitaba ayuda. Pero su espada ya era algo diferente. A simple vista parecía una espada normal y corriente, y para muchos no solo lo parecía. Realmente era una espada normal pero guardaba celosamente un pasado tormentoso.

Alfa no pudo evitar contemplarla sin cogerla durante largos minutos.

- Alfa, date prisa! - Sonó la voz de Noa a través de la puerta.

Noa sabia perfectamente que estaba haciendo Alfa, esa espada era su bendición y su maldición. Nunca había hablado con él de ese tema pero Zero se lo contó todo.

La espada de Alfa, la cual su nombre es Whiteflake, fue forjada por la madre de Alfa poco después de su nacimiento. En ella encerró todo el amor y el cariño que sentía por su hijo recién nacido. Whiteflake fue forjada para proteger a Alfa y que él con ella pudiera proteger a sus seres queridos. Pero no pudo ser así, la primera norma rompió la segunda en mil pedazos.

Alfa paso toda su infancia entrenando con su espada, cada vez era mejor. A sus nueve años ya podía ahuyentar a los bandidos que intentaban robar el ganado de su madre. Estaba deseando que algún miembro de algún gremio de guerreros fuera al pueblo y le viera luchar. Pero ese día nunca llegaba, por suerte para su madre, por que si Alfa ingresaba en algún gremio no volvería a verle jamas aun que el pequeño no lo sabia.

Pasaron cuatro años y Alfa cada vez era más y más alto, y más fuerte y hábil con su espada. Apenas se relacionaba ya con los demás niños, todos le temían y ninguno quería conservar su amistad. Alfa no le daba demasiada importancia, tenia a su madre, no necesitaba a nadie más.

Un día la musica llego al pueblo, una caravana de trovadores, cuentacuentos, músicos y bailarinas había llegado al pueblo. Alfa nunca había visto nada igual así que en compañía de su madre fueron a ver el espectáculo. Los niños se sentaban en el suelo al rededor de los cuentacuentos mientras las bailarinas bailaban al son de la musica sobre el tejado de la caravana. Todo era llamativo pero al en especial llamo su atención. Una joven de cabellos dorados tocaba el arpa a los pies de la caravana. Alfa la miro embrujado largo tiempo hasta que ella noto su mirada, alzo la vista y él se enamoró perdidamente de sus ojos. Azules como el cielo, nunca había visto unos ojos más hermosos.

Cuando la musica cesó Alfa hizo acopio de su valor y se acerco a la joven que aun no había dejado de mirarle.

- Hola... - Dijo Alfa casi susurrando, su valor se había marchitado rápidamente.

- Hola visitante, espero que disfrutes del espectáculo de La Manada- Dijo risueña la joven.

- Si, si. Vuestra musica es fantástica., nunca escuche nada igual y... Tocas muy bien, quiero decir, ¡Todos tocáis bien! pero tu... esto... yo...

- Me llamo Wyn – Dijo entre risas.

- Yo me llamo Alfa... - Un silencio incomodo de varios segundos acabo cuando Alfa prosiguió – Si quieres cuando acabéis podría enseñarte el pueblo... Si vais a quedaros claro...

- Me encantaría.
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Cap 1 - Volver

Amanece en Uvra, el sol baña todas las calles de la ciudad, incluso las mas escondidas. La luz llega a la calle más alejada del centro, la calle de Otherland. Incluso penetra entre las persianas ajadas de las ventanas abiertas. El silencio inunda la casa, todo el mundo duerme, nadie vigila ya que nadie se atreve a atacar un gremio semejante.

Todo el mundo duerme plácidamente menos en el tercer piso, donde Zero ya esta trabajando, nadie sabe si duerme o se mantiene despierto siempre a base de pociones de cafeína. Zero esta frente a su ordenador y rodeado de pantallas encendidas que alumbras la habitación, como de costumbre. De repente deja de teclear, bebe un sorbo de su taza de chocolate y vuelve al trabajo.

- Anima se que estas detrás de la puerta, si quieres algo entra sino deberías meterte en la cama que estarás cansada.

- ¿Como has sabido que estaba? He desconectado la cámara del pasillo... - Dijo la joven que entro en la sala.

- Pero no has desconectado la cámara que hay oculta sobre la cámara grande.

- ¡¿Has instalado otra cámara más?! - Dijo asomando la cabeza fuera para verla - ¿Y eso?

- Por que te conozco demasiado bien...

La chica le miro y suspiro. Realmente Zero la conocía muy bien, bueno, Zero conocía bien a todos los miembros. Todos estaban registrados en su base de datos, desde peso y altura hasta cosas tan insignificantes como las vueltas que les daban al café con la cucharilla. Nada se escapaba de su red de cámaras instaladas por toda la ciudad.

- Cada día me sorprendes más... - Dijo Anima pasándose la mano por su cabello negro como el ébano para retirarse el flequillo que le cubría casi todo el rostro.

- Puesto que me conoces desde hace diez años debes mantener una sensación de sorpresa gigantesca, ¿no es así?

- No, por que mi sorpresa se contrarresta con el hecho de que me sacas de quicio a menudo. - Dicho esto se coloco a su lado mirando la pantalla – ¿Y bien? Han conseguido Alfa y Noa aquello?

- Si, incluso tardaron menos de lo calculado. - Saca la caja de un cajón cercano y se la entrega – Te vas a sorprender, ese amuleto no es solo una baratija en apariencia... Es una de las dos piezas que abren la biblioteca de Noss.

- ¿Una de las llaves? ¿Estas seguro? ¿No se suponía que ese amuleto era parte del mapa tan solo? ¿Y que hacían unos bandidos de tres al cuarto con algo semejante?

- Ni lo se ni mi importa, lo único que me interesa es que cada vez estamos mas cerca.

Zero se levanto y fue hacia una de las paredes donde colgaba una gran cortina negra, la corrió y dejo ver un gran mapa hecho a base de pedazos de papel y objetos, los cuales encajaban perfectamente sus dibujos.

- Nadie diría hace diez años que hoy estaríamos donde estamos, ¿verdad? - Comento la chica mirando el mapa – Hace diez años solo teníamos este pedazo tan pequeño – Dijo posando los dedos sobre el trozo mas pequeño del mapa y sonrío.

Zero miro a Anima a través del cristal de sus gafas, habían cambiado mucho desde que encontraron ese pedazo de papel entre las pertenencias de un vagabundo muerto en el puerto. Esa chiquilla de largo cabello negro y ojos pardos había dejado paso a una hermosa mujer, a sus ojos, capaz de valerse por si misma y de matar a un hombre que la doblará en tamaño en menos de un minuto. El arte de la picaresca era complicado pero Anima lo domino de forma autodidacta en menos tiempo del esperado, los venenos y el dominio de espadas gemelas no guardaban secretos para ella ya que la necesidad por sobrevivir apremiaba en aquella época.

- Bueno, voy a dormir. Esta ultima misión me ha dejado exhausta. - Camina hacia la puerta – Cuando despierte te explicaré con detalle los gastos y movimientos de la operación. Hasta luego.

Zero no dijo nada, se quedo mirando la puerta que, como siempre, Anima había dejado abierta. Fue hasta ella y la cerró.

- Luego arreglaré la cámara – Pensó para si.

Pasado el mediodía la vida volvía a Otherland, los continuos excesos que tenían los miembros del gremio solo era una forma patética de ocultar su pena por su pasado. Pero no todos eran así, Noa madrugaba todos los días, limpiaba la sala y después con su dulzura despertaba uno por uno a los más de cuarenta miembros aun que ninguno se levantaba hasta pasado el mediodía.

Realmente cada uno vivía la vida como quería, solo se reunían todos a la noche para beber y celebrar misiones exitosas, pero a Noa no le importaba eso, creía que despertar de forma agradable era ideal para comenzar bien el día.

Una vez acabada su ronda, la cual nunca incluía a Zero, fue a la calle para barrer la entrada. El sol se reflejaba en su cabello pelirrojo que hacía que aun brillara más claro de lo normal. Cuando acabo, como cada día se sentó en la escalera esperando escuchar los pasos de alguien que se acabará de levantar y tuviera hambre.

- Buenos días Noa – Dijo una voz a sus espaldas.

Noa se giro rápidamente, no había escuchado a nadie, ni siquiera la puerta. Era Anima, tan silenciosa como siempre.

- Hola Anima, no hagas eso, sabes que me pone nerviosa... - Dijo Noa aun un poco asustada.

No es que desconfiara de Anima pero todo el mundo en el gremio sabia que Anima era la encargada en matar a los desertores o traidores del gremio. No tenia ningún pudor en matar a cualquiera que Zero le pidiera, incluso si es algún amigo de años. Su presencia incomodaba a todos por eso pasaba más tiempo fuera haciendo misiones, o eso pensaban todos por que realmente nadie podía saber si estaba fuera o no.

- Lo siento – Dijo Anima con una sonrisa - ¿Puedo sentarme a tu lado?

Noa asintió con la cabeza y Anima tomo asiento.

- Que bueno es estar en casa otra vez... Echaba de menos estas vistas a las montañas...

Noa se limito a mirar el paisaje y sonreír.

- Zero me dijo que vuestra misión fue un éxito y que lo hicisteis antes de tiempo y todo, enhorabuena.

- Gracias, no fue muy complicado gracias a las indicaciones de Zero, como siempre. Es como un ángel de la guarda – Dijo riendo suavemente.

- Si yo tuviera al gigante de Alfa como compañero también diría que las misiones son fáciles – Dijo sonriendo.

Acabada esa pequeña conversación contemplaron el paisaje unos minutos más hasta que comenzaron a escuchar los ruidos típicos de sus compañeros recién levantados. Noa se puso en pie y volvió hacia dentro.

- No vienes a desayunar?

- No, yo tengo que hablar con Zero de unos asuntos – Dijo mientras se levantaba y adelantaba a Noa.

Noa fue hacia la cocina y Anima subió las escaleras, todos se apartaban a su paso. Como siempre que la veían venir.


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Cap 0 - Hogar

Hacia mucho frío esa noche, pero claro en Uvra siempre hacia frío al ponerse el sol. Uvra era una ciudad costera, situada al noroeste de Gea, nombre dado al único continente del mundo. Eran altas horas de la madrugada y solo se oía el ruido de las olas chocando contra el puerto, gritos y musica procedentes de los burdeles que aun permanecían abiertos y las rápidas pisadas de unas botas seguidas por muchas otras.


Noa corría todo lo rápido que sus piernas le permitían pero el cansancio comenzaba a ser inaguantable. Su paso disminuía y sus jadeos aumentaban, cada vez estaban más y más cerca de Noa. Mientras corría ya con una expresión de desesperación en el rostro una voz sonó por el transmisor de su oreja.

- Casi estas Noa, al siguiente callejón gira. - Aun que no podía verla, ella afirmo con la cabeza.

Un ultimo soplo de energía hizo que agarrara con fuerzas su falda gris y diera un ultimo sprint en dirección al callejón. Sus captores simplemente sonrieron al ver próximo el fin de la persecución pero al doblar la esquina no se encontraron como creían a la joven de mirada triste exhausta arrinconada contra el final del callejón sino que se encontraron frente un guerrero ataviado con su armadura negra y su mandoble en alto esperándoles.

- No tiene que quedar supervivientes Alfa – Susurró la voz esta vez por el transmisor del guerrero.

El guerrero suspiro pesadamente ante las decepcionantes miradas de terror de los que se hallaban frente a él. Los perseguidores estaban tan aterrados ante la figura del imponente guerrero que sus cuerpos no les respondieron ni cuando el guerrero bajo su arma y los atravesó por completo.

Pasados unos segundos la joven salio de su escondite y se acerco al guerrero.

- No te han hecho nada verdad? - Dijo preocupada.

El guerrero la miro y con una leve sonrisa contestó:

- No, tranquila. Sabes que nunca me hacen nada. - Dicho esto el guerrero se agacho frente a los cuerpos sin vida y rebuscó entre sus pertenencias hasta hallar lo que buscaba.

- Lo has encontrado? - Dijo la pequeña con voz esperanzada al ver que el guerrero se erguía de nuevo.

Sin siquiera mirarla, Alfa asintió, paso frente a los cadáveres y comenzó a caminar por la calle principal. Noa se apresuro en seguirle, pero le costo un poco más pasar entre los cadáveres de quien estaba vivo hace apenas unos minutos.

Cruzaron la desierta calle hasta llegar al cruce donde tomaron una de las callejuelas sin asfaltar. Caminaron durante largos minutos hasta llegar a una casa en ruinas alejada del centro de la ciudad, donde las calles son mas amplias pero no están asfaltadas y las tiendas o tabernas se hallan más bien lejos. La casa era enorme, de tres pisos de altura pero a pesar de su estado exterior las luces salían por las ventanas acompañadas de voces y musica, en ocasiones parecía un burdel cualquiera pero todo el mundo sabia que aquella casa, la llamada “Otherland”, no era lo que parecía ser. Otherland albergaba a los denominados “marginados”, los cuales recibían ese nombre al ser expulsados de sus gremios originales. Los gremios normalmente se dividen en clases, magos de diferentes clases, picaros, guerreros, alquimistas y demás, pero Otherland los reunía a todos bajo una misma bandera e ideal, sobrevivir.

Al aproximarse a Otherland y oír las voces y la musica Noa bajo su capucha, se levanto un poco la falda gris dejando ver sus viejas botas marrones y corrió alegremente hacia la casa. Subió los tres escalones en dos saltos y se planto frente la puerta, esperando a Alfa.

- Date prisa, Zero estará impaciente por vernos!

Alfa miro con pesadez a Noa mientras subía los escalones.

- Zero SIEMPRE esta impaciente, incluso cuando duerme.

Noa sonrío y dejo escapar una leve risa mientras Alfa picaba a la puerta. Una voz sonó a sus espaldas de forma siniestra:

- Quien va?

- Somos nosotros... ¿como era...? ah, si. “Abrete sesamo!”

Noa no pudo esconder esta vez su risa ante la mirada risueña de Alfa.

- ¿Te crees muy gracioso Alfa?- Dijo la voz de forma tosca.

- Si sabes quien soy no se para que me preguntas la contraseña... - Dijo Alfa intentando excusarse por la broma.

- Son las normas, y lo sabes.

- Era “el mensaje a sido entregado” -Dijo Noa sonriendo a la puerta, ya que no sabia de donde procedía la voz.

La puerta se abrió después de oírse un suspiro.

La luz que escapaba por las ventanas no podía ni compararse con la luz que había dentro de la casa, las lamparas de fuego creadas por los magos elementales eran enormes y si solo una podría alumbrar toda la sala las siete que habían colocadas podrían alumbrar toda la calle. Cuando entraron a la casa la puerta se cerro sola a sus espaldas.

- Odio que hagan eso... - Murmuro Alfa.

Por dentro Otherland era totalmente diferente a su exterior, el salón era enorme, de madera bien cuidada con muebles también bien cuidados. Las paredes estaban adornadas con cuadros, la mayoría de miembros del gremio que hacia tiempo que estaban muertos menos la pared del fondo, en ella habían colgados los carteles de se buscan de criminales e incluso a veces de los miembros del gremio. Pasaron atravesando la sala y esquivando a la gente, prácticamente nadie se percato de su llegada. Llegaron a las escaleras que llevaban al primer piso, eran de madera noble oscura. Al llegar al primer piso algunos estaban dormidos por el suelo, uno de los inconvenientes de beber el alcohol que fabricaban los alquimistas era que en exceso perdías la memoria temporalmente y la pereza les animaba a que dejaran de buscar sus habitaciones tontamente. Esquivando a sus compañeros borrachos como podían llegaron a la escalera que llevaba al segundo piso, donde se hallaban seguramente las habitaciones de los desmemoriados del primer piso. Al subir la joven dejo su capa verde oscuro en uno de los percheros que habían junto a las escaleras, continuaron caminando hasta llegar a las escaleras del tercer piso.

- Zero estará contento con nosotros- Dijo Noa felizmente.
- Lo dudo mucho... Ese tipo nunca esta contento con nada... - Contesto Alfa a regañadientes.

El tercer piso no era como los dos anteriores, frente a las escaleras solo había un pasillo estrecho que dirigía a una única puerta. El pasillo era oscuro y sin decoración alguna, al fondo podía verse como la luz se escapaba por debajo de la puerta.

Alfa se adelanto a Noa con paso decidido hacia la puerta, ella se limito a seguirle en silencio. Mientras caminaban hacia la puerta Noa solo podía ver la espalda del gran guerrero que ocupaba todo el pasillo. Su larga melena castaña le llegaba hasta la mitad de la espalda y se movía acompasada con el movimiento del cuerpo. Una vez frente a la puerta el guerrero golpeo con delicadeza tres veces, como siempre hacia.

- Adelante – Dijo una voz procedente del interior.

Alfa y Noa entraron en la habitación. Era enorme, casi tan grande como el salón de la planta baja pero llena de ordenadores, pantallas y cables por todas partes, y en medio de todo aquel caos informático había una persona sentada en un gran sillón de cuero viejo.

- Habéis llegado unos minutos antes de lo calculado, vuestros pasos han sido más veloces que de costumbre. ¿Algún motivo?

Dicho esto se recostó de nuevo en el sillón mirando con indiferencia pero de forma fija a los recién llegados a través de sus gafas con sus ojos finos y afilados de color castaño.

- ¿Y bien? - Dijo en un tono más alto esperando una respuesta convincente.

Noa y Alfa intercambiaron miradas, unos segundos pasaron hasta que Alfa entreabrió los labios y dijo:

- Pues no lo se, hemos venido a la velocidad de siempre, nos habremos vueltos más rápidos... - Dijo intentando satisfacer la curiosidad de su interlocutor.

Zero arqueo una ceja, miro a ambos durante unos cuantos segundos, segundos que fueron eternos, sonrío y asintió.

- Habrá sido eso, lo añadiré a vuestras estadísticas. - Se giró y comenzó a teclear.

Alfa y Noa intercambiaron miradas unos instantes.

- Esto... Zero... - Musitó Noa tímidamente.

- Si? - Preguntó Zero sin dejar de teclear.

- Hemos traído lo que pediste – Dijo Alfa perdiendo un poco la paciencia.

Zero dejo de teclear en seco, se giro hacia ellos de nuevo alargando la mano. Alfa mantuvo la mirada fija en Zero esperando que dijera algo, pero al no obtener respuesta simplemente saco de su bolsa la caja que le habían quitado a los tipos de antes. Alargo la mano y se la entrego.

- Perfecto, ya podéis marcharos. - Dijo Zero al tener la caja en sus manos, se dio la vuelta y siguió a lo suyo.- Cerrad la puerta al salir, ya sabéis que odio las puertas abiertas.

Noa asintió y corrió al lado de Alfa que ya había salido de la habitación, cerró la puerta con delicadeza y volvieron a la planta baja, con sus compañeros.
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