Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

lunes, 25 de octubre de 2010

Cap 3 – Espada II

Con los primeros rayos del sol Alfa salio de su casa, en busca de su nueva amiga Wyn. Hacia ya dos días que la caravana de La Manada había llegado a su pueblo y por el momento no parecía que tuvieran intención de irse, cosa que el joven Alfa agradecía enormemente.

Allí estaba Wyn, como los días anteriores, sentada bajo la sombra de un cerezo esperando pacientemente a su acompañante.

- ¡Buenos días Wyn! - Dijo mientras llegaba hasta ella – ¿Llevas mucho tiempo esperando?

- No, tranquilo – Contesto con una suave sonrisa.

El pueblo de Alfa realmente no era muy grande, es más, en una tarde podía verse todo pero él la llevaba a ver pequeños detalles del pueblo que no podían verse a simple vista.

- Y ahí debajo vive una familia de gatos – Dijo Alfa señalando el hueco de un árbol – La señora de esa casa de ahí los alimenta a diario.

- Que bonito – Dijo Wyn mirando el hueco esperando ver algún gato. - Es algo tarde, Alfa. Debería volver ya.

- Tienes razón, casi ha anochecido.

Volvieron al cerezo donde se encontraron por la mañana y allí se despidieron, como los días anteriores.

- ¿Nos veremos mañana? - Preguntó Alfa con temor.

Wyn se limito a sonreír como las otras veces, pero esta vez añadió un efusivo abrazo a su despedida.

- Buenas noches, Alfa – Y dicho esto se marcho.

Alfa se quedo atónito ante tal acto, no se esperaba una muestra de afecto así y menos tan pronto. Paso varios segundos inmóvil, Wyn ya se había marchado pero Alfa seguía sin poder moverse. Cuando recupero el control de su cuerpo y su mejillas dejaron de estar coloradas marcho rumbo a su casa, sin poder dejar de pensar en Wyn. Realmente Wyn se había convertido en alguien importante en su vida, aun que corta su estancia había sido intensa, y Alfa atesoraba todos los segundos que pasaba a su lado.

El sol se marcho a sus espaldas de camino a casa, Alfa no reparo en la extrañeza de aquel abrazo, solo podía pensar que tal vez, solo tal vez Wyn sintiera lo mismo que él sentía por ella. Tan absorto que estaba en sus pensamientos no reparo en que de camino a casa no se oía nada ni a nadie en todo el pueblo.

Cuando llego a su casa comenzó a sospechar, las luces estaban apagadas y no salia humo de la chimenea como todos los días. Un Alfa tembloroso desenvaino la espada y se acerco con cautela a la puerta.

- ¿Mama? - Dijo mientras abría la puerta con delicadeza.

Solo el silencio respondió a su llamada.

- ¿Mama? - Dijo esta vez más decidido.

De nuevo, el silencio. Alfa, ya más preocupado por su madre que asustado entro en la casa dejando la puerta abierta para que la luz de la luna iluminara mínimamente la habitación.

La casa estaba ordenada, como siempre, nada parecía haberla alterado pero su madre no estaba y no iba a irse sin avisarle, nunca haría algo así. Avanzo unos pasos de forma lenta y pesada, afianzando bien los pies en el suelo cada vez que lo tocaba. Se acerco a la puerta de la habitación de su madre que estaba medio abierta y de la cual salia una corriente.

- ¿Mama? - Dijo de forma más decidida.

Otra vez el silencio le envolvió, pero de repente un ruido hace que gire sobre sus talones de forma imprevista. La puerta se había cerrado, ahora solo le envolvía la oscuridad, y aun que Alfa aun no podía creerlo la oscuridad le daba mejor visión de su alrededor que la luz, él sabia exactamente la colocación de los muebles de la casa y los pequeños sonidos que esta hacia. Ahora podía oír las personas que le estaban rodeando aprovechando el velo de la oscuridad y la incertidumbre.

- ¿Donde esta mi madre? - Dijo de forma decidida mientras giraba hacia donde oyó que estaba uno de ellos.

- Esta muerta – Espeto una de las voces en la oscuridad.

Alfa creyó volverse loco al escuchar eso, no podía ser verdad, ¿quien podría quererle mal? No tenían nada de valor en la casa por la que matar a su madre, entonces, ¿por que? Las preguntas le envenenaban la mente y sin pensárselo dos veces arremetió con su espada a la oscuridad que le hablaba.

- ¡Mientes! - Grito desesperadamente Alfa mientras seguía golpeando al aire buscando a su enemigo - ¡No puede estar muerta!

Su ultimo grito fue prácticamente ahogado en llanto. Seguía arremetiendo contra la oscuridad pero no podía evitar que las lágrimas afloraran a sus ojos.

De repente un destello de luz proveniente de una rendija de la puerta descubrió la ubicación de su enemigo y sin pensárselo dos veces lo ensarto con su espada.

- ¡Dime donde esta mi madre ahora mismo! - Grito con furia.

Miro fijamente el rostro de aquel hombre, no podía verlo bien pues apenas había luz y sus ojos aun estaban húmedos. Sus lágrimas se secaron sobre su rostro, dejando su marca a su paso. Entonces Alfa se dio cuenta de que estaba cerca de la mesa, donde había una pequeña lampara de fuego mágico. La alcanzo con una mano y la encendió. Alfa no podía creer lo que estaba viendo, ¡era uno de los músicos de La Manada! Un miembro del clan de Wyn yacía muerto ante él. Ante la perdida del anonimato los otros dos hombres que estaban con él salieron corriendo por la puerta principal, haciendo un gran estruendo.

Alfa contemplo el cuerpo inerte de aquel hombre, había compartido largas conversaciones con él durante horas cuando Wyn no podía salir a pasear y ahora lo había matado, Alfa había matado a ese hombre con sus propias manos. Se le revolvió el estomago y no pudo evitar devolver lo poco que había comido en compañía de Wyn horas antes. Cayo de nalgas frente al cuerpo y se quedo allí contemplando el cuerpo durante un rato. Era la primera persona a la que Alfa le arrebataba la vida y no pudo evitar sentir remordimientos... ¿Como podría vivir con esto? ¿Que pensaría Wyn de él ahora? ¿Y su madre?... ¿Su madre? ¡Su madre! Por un momento había olvidado por que había arremetido con tanta violencia contra ese hombre, él le había dicho que su madre estaba muerta. Tenia que encontrarla. Miro la puerta de la habitación de su madre, por donde habían salido esos tipos momentos antes. Fue hasta la puerta, pero tenia un mal presentimiento. Apoyo la mano temblorosa en la puerta y la empujo con cuidado. Adentro primero la lampara de fuego mágico para alumbrar la estancia.

La habitación estaba destrozada, los muebles estaban por el suelo, la poca ropa que tenia su madre también y en la cama parecía que había algo. Un escalofrío le recorrió la nuca a Alfa, trago saliva y alumbro la cama. Sus peores pesadillas tomaban forma, el cuerpo sin vida y ensangrentado de su madre yacía sobre la cama. Estaba maniatada, con pequeños cortes por todo su cuerpo y con infinidad de lágrimas secas en su rostro. Era obvio que la habían torturado antes de matarla.
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domingo, 10 de octubre de 2010

Cap 2 – Espada

Hacia varias horas que Noa había ido a despertarle, incluso hacia rato que oía como todo el mundo se levantaba y estaban desayunando. El olor del desayuno preparado por Noa llegaba hasta su cama que se encontraba en el segundo piso.

Alfa dio un par de vueltas más en la cama pero el olor del desayuno no le dejaba volver a conciliar el sueño, así que se levanto con pereza de la cama y fue hasta el baño para asearse. Una vez despierto totalmente bajo las escaleras hasta el salón. El lugar donde ayer era una fiesta desenfrenada ahora era un salón con dos largas mesas ocupadas por personas somnolientas que devoraban el desayuno mientras hablaban a voces de la fiesta de anoche.


Les miro a todos intentando encontrar a Noa para desayunar juntos, como cada mañana. Allí estaba, donde siempre, sentada en la silla más cercana a la ventana mirando el paisaje.

- Buenos días, Noa – Dijo Alfa cuando llego a su lado.

- Buenos días, Alfa – Musito Noa con una sonrisa.

El desayuno transcurrió en paz, como casi todos los días.

- Buenos días a todos – Resonó la voz de Zero por todo el salón – Tengo una misión para quien la quiera, pero debe ser ahora mismo.

El silencio inundo la sala, nadie quería trabajar a la luz del día, era demasiado peligroso.

- Tal como esperaba, bueno, Alfa y Noa id vosotros.

- ¡¿Que?! Ni hablar, ¡estoy desayunando, Zero! - Espeto Alfa.

Noa se limitó a levantarse e ir hacia las escaleras mientras Alfa discutía con Zero. Cuando llego a las escaleras, se giro hacia Alfa y él ya estaba casi a su lado. Noa se limito a sonreír.



- Adelante- Dijo Zero cuando picaron a su puerta.

Alfa y Noa entraron en la sala de nuevo, se acercaron hasta él y esperaron ordenes. Zero no dijo palabra, solo señalo uno de los monitores. Era la imagen de una de las veinte zonas del puerto, estaban señalizadas según la pantalla que las ilustraba, así que era la zona siete. Miraron durante unos segundos la pantalla pero no vieron nada, hasta que se percataron de unas sombras en la parte inferior derecha. Eran unos hombres encapuchados, uno de ellos tenia las manos alzadas en dirección al agua. El agua estaba siendo manejada por ese hombre.

- ¿Magos? - Preguntó Noa con respeto.

- Fijaos en el agua... - Susurró Zero.

Volvieron a mirar la pantalla, esta vez centrando su atención en el agua. Poco podia verme aparte de las olas provocadas por el mago, pero por un instante algo más pudo verse, una mano. Los magos estaban ahogando a alguien.

Zero no tuvo que decir nada, antes de que se diera cuenta Alfa y Noa ya se habían marchado a por sus cosas.

Alfa entro en su habitación a por su armadura y Noa en la suya a por su bastón y pociones.

La armadura de Alfa poseía algo de magia así que era muy fácil de poner y no necesitaba ayuda. Pero su espada ya era algo diferente. A simple vista parecía una espada normal y corriente, y para muchos no solo lo parecía. Realmente era una espada normal pero guardaba celosamente un pasado tormentoso.

Alfa no pudo evitar contemplarla sin cogerla durante largos minutos.

- Alfa, date prisa! - Sonó la voz de Noa a través de la puerta.

Noa sabia perfectamente que estaba haciendo Alfa, esa espada era su bendición y su maldición. Nunca había hablado con él de ese tema pero Zero se lo contó todo.

La espada de Alfa, la cual su nombre es Whiteflake, fue forjada por la madre de Alfa poco después de su nacimiento. En ella encerró todo el amor y el cariño que sentía por su hijo recién nacido. Whiteflake fue forjada para proteger a Alfa y que él con ella pudiera proteger a sus seres queridos. Pero no pudo ser así, la primera norma rompió la segunda en mil pedazos.

Alfa paso toda su infancia entrenando con su espada, cada vez era mejor. A sus nueve años ya podía ahuyentar a los bandidos que intentaban robar el ganado de su madre. Estaba deseando que algún miembro de algún gremio de guerreros fuera al pueblo y le viera luchar. Pero ese día nunca llegaba, por suerte para su madre, por que si Alfa ingresaba en algún gremio no volvería a verle jamas aun que el pequeño no lo sabia.

Pasaron cuatro años y Alfa cada vez era más y más alto, y más fuerte y hábil con su espada. Apenas se relacionaba ya con los demás niños, todos le temían y ninguno quería conservar su amistad. Alfa no le daba demasiada importancia, tenia a su madre, no necesitaba a nadie más.

Un día la musica llego al pueblo, una caravana de trovadores, cuentacuentos, músicos y bailarinas había llegado al pueblo. Alfa nunca había visto nada igual así que en compañía de su madre fueron a ver el espectáculo. Los niños se sentaban en el suelo al rededor de los cuentacuentos mientras las bailarinas bailaban al son de la musica sobre el tejado de la caravana. Todo era llamativo pero al en especial llamo su atención. Una joven de cabellos dorados tocaba el arpa a los pies de la caravana. Alfa la miro embrujado largo tiempo hasta que ella noto su mirada, alzo la vista y él se enamoró perdidamente de sus ojos. Azules como el cielo, nunca había visto unos ojos más hermosos.

Cuando la musica cesó Alfa hizo acopio de su valor y se acerco a la joven que aun no había dejado de mirarle.

- Hola... - Dijo Alfa casi susurrando, su valor se había marchitado rápidamente.

- Hola visitante, espero que disfrutes del espectáculo de La Manada- Dijo risueña la joven.

- Si, si. Vuestra musica es fantástica., nunca escuche nada igual y... Tocas muy bien, quiero decir, ¡Todos tocáis bien! pero tu... esto... yo...

- Me llamo Wyn – Dijo entre risas.

- Yo me llamo Alfa... - Un silencio incomodo de varios segundos acabo cuando Alfa prosiguió – Si quieres cuando acabéis podría enseñarte el pueblo... Si vais a quedaros claro...

- Me encantaría.
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Cap 1 - Volver

Amanece en Uvra, el sol baña todas las calles de la ciudad, incluso las mas escondidas. La luz llega a la calle más alejada del centro, la calle de Otherland. Incluso penetra entre las persianas ajadas de las ventanas abiertas. El silencio inunda la casa, todo el mundo duerme, nadie vigila ya que nadie se atreve a atacar un gremio semejante.

Todo el mundo duerme plácidamente menos en el tercer piso, donde Zero ya esta trabajando, nadie sabe si duerme o se mantiene despierto siempre a base de pociones de cafeína. Zero esta frente a su ordenador y rodeado de pantallas encendidas que alumbras la habitación, como de costumbre. De repente deja de teclear, bebe un sorbo de su taza de chocolate y vuelve al trabajo.

- Anima se que estas detrás de la puerta, si quieres algo entra sino deberías meterte en la cama que estarás cansada.

- ¿Como has sabido que estaba? He desconectado la cámara del pasillo... - Dijo la joven que entro en la sala.

- Pero no has desconectado la cámara que hay oculta sobre la cámara grande.

- ¡¿Has instalado otra cámara más?! - Dijo asomando la cabeza fuera para verla - ¿Y eso?

- Por que te conozco demasiado bien...

La chica le miro y suspiro. Realmente Zero la conocía muy bien, bueno, Zero conocía bien a todos los miembros. Todos estaban registrados en su base de datos, desde peso y altura hasta cosas tan insignificantes como las vueltas que les daban al café con la cucharilla. Nada se escapaba de su red de cámaras instaladas por toda la ciudad.

- Cada día me sorprendes más... - Dijo Anima pasándose la mano por su cabello negro como el ébano para retirarse el flequillo que le cubría casi todo el rostro.

- Puesto que me conoces desde hace diez años debes mantener una sensación de sorpresa gigantesca, ¿no es así?

- No, por que mi sorpresa se contrarresta con el hecho de que me sacas de quicio a menudo. - Dicho esto se coloco a su lado mirando la pantalla – ¿Y bien? Han conseguido Alfa y Noa aquello?

- Si, incluso tardaron menos de lo calculado. - Saca la caja de un cajón cercano y se la entrega – Te vas a sorprender, ese amuleto no es solo una baratija en apariencia... Es una de las dos piezas que abren la biblioteca de Noss.

- ¿Una de las llaves? ¿Estas seguro? ¿No se suponía que ese amuleto era parte del mapa tan solo? ¿Y que hacían unos bandidos de tres al cuarto con algo semejante?

- Ni lo se ni mi importa, lo único que me interesa es que cada vez estamos mas cerca.

Zero se levanto y fue hacia una de las paredes donde colgaba una gran cortina negra, la corrió y dejo ver un gran mapa hecho a base de pedazos de papel y objetos, los cuales encajaban perfectamente sus dibujos.

- Nadie diría hace diez años que hoy estaríamos donde estamos, ¿verdad? - Comento la chica mirando el mapa – Hace diez años solo teníamos este pedazo tan pequeño – Dijo posando los dedos sobre el trozo mas pequeño del mapa y sonrío.

Zero miro a Anima a través del cristal de sus gafas, habían cambiado mucho desde que encontraron ese pedazo de papel entre las pertenencias de un vagabundo muerto en el puerto. Esa chiquilla de largo cabello negro y ojos pardos había dejado paso a una hermosa mujer, a sus ojos, capaz de valerse por si misma y de matar a un hombre que la doblará en tamaño en menos de un minuto. El arte de la picaresca era complicado pero Anima lo domino de forma autodidacta en menos tiempo del esperado, los venenos y el dominio de espadas gemelas no guardaban secretos para ella ya que la necesidad por sobrevivir apremiaba en aquella época.

- Bueno, voy a dormir. Esta ultima misión me ha dejado exhausta. - Camina hacia la puerta – Cuando despierte te explicaré con detalle los gastos y movimientos de la operación. Hasta luego.

Zero no dijo nada, se quedo mirando la puerta que, como siempre, Anima había dejado abierta. Fue hasta ella y la cerró.

- Luego arreglaré la cámara – Pensó para si.

Pasado el mediodía la vida volvía a Otherland, los continuos excesos que tenían los miembros del gremio solo era una forma patética de ocultar su pena por su pasado. Pero no todos eran así, Noa madrugaba todos los días, limpiaba la sala y después con su dulzura despertaba uno por uno a los más de cuarenta miembros aun que ninguno se levantaba hasta pasado el mediodía.

Realmente cada uno vivía la vida como quería, solo se reunían todos a la noche para beber y celebrar misiones exitosas, pero a Noa no le importaba eso, creía que despertar de forma agradable era ideal para comenzar bien el día.

Una vez acabada su ronda, la cual nunca incluía a Zero, fue a la calle para barrer la entrada. El sol se reflejaba en su cabello pelirrojo que hacía que aun brillara más claro de lo normal. Cuando acabo, como cada día se sentó en la escalera esperando escuchar los pasos de alguien que se acabará de levantar y tuviera hambre.

- Buenos días Noa – Dijo una voz a sus espaldas.

Noa se giro rápidamente, no había escuchado a nadie, ni siquiera la puerta. Era Anima, tan silenciosa como siempre.

- Hola Anima, no hagas eso, sabes que me pone nerviosa... - Dijo Noa aun un poco asustada.

No es que desconfiara de Anima pero todo el mundo en el gremio sabia que Anima era la encargada en matar a los desertores o traidores del gremio. No tenia ningún pudor en matar a cualquiera que Zero le pidiera, incluso si es algún amigo de años. Su presencia incomodaba a todos por eso pasaba más tiempo fuera haciendo misiones, o eso pensaban todos por que realmente nadie podía saber si estaba fuera o no.

- Lo siento – Dijo Anima con una sonrisa - ¿Puedo sentarme a tu lado?

Noa asintió con la cabeza y Anima tomo asiento.

- Que bueno es estar en casa otra vez... Echaba de menos estas vistas a las montañas...

Noa se limito a mirar el paisaje y sonreír.

- Zero me dijo que vuestra misión fue un éxito y que lo hicisteis antes de tiempo y todo, enhorabuena.

- Gracias, no fue muy complicado gracias a las indicaciones de Zero, como siempre. Es como un ángel de la guarda – Dijo riendo suavemente.

- Si yo tuviera al gigante de Alfa como compañero también diría que las misiones son fáciles – Dijo sonriendo.

Acabada esa pequeña conversación contemplaron el paisaje unos minutos más hasta que comenzaron a escuchar los ruidos típicos de sus compañeros recién levantados. Noa se puso en pie y volvió hacia dentro.

- No vienes a desayunar?

- No, yo tengo que hablar con Zero de unos asuntos – Dijo mientras se levantaba y adelantaba a Noa.

Noa fue hacia la cocina y Anima subió las escaleras, todos se apartaban a su paso. Como siempre que la veían venir.


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Cap 0 - Hogar

Hacia mucho frío esa noche, pero claro en Uvra siempre hacia frío al ponerse el sol. Uvra era una ciudad costera, situada al noroeste de Gea, nombre dado al único continente del mundo. Eran altas horas de la madrugada y solo se oía el ruido de las olas chocando contra el puerto, gritos y musica procedentes de los burdeles que aun permanecían abiertos y las rápidas pisadas de unas botas seguidas por muchas otras.


Noa corría todo lo rápido que sus piernas le permitían pero el cansancio comenzaba a ser inaguantable. Su paso disminuía y sus jadeos aumentaban, cada vez estaban más y más cerca de Noa. Mientras corría ya con una expresión de desesperación en el rostro una voz sonó por el transmisor de su oreja.

- Casi estas Noa, al siguiente callejón gira. - Aun que no podía verla, ella afirmo con la cabeza.

Un ultimo soplo de energía hizo que agarrara con fuerzas su falda gris y diera un ultimo sprint en dirección al callejón. Sus captores simplemente sonrieron al ver próximo el fin de la persecución pero al doblar la esquina no se encontraron como creían a la joven de mirada triste exhausta arrinconada contra el final del callejón sino que se encontraron frente un guerrero ataviado con su armadura negra y su mandoble en alto esperándoles.

- No tiene que quedar supervivientes Alfa – Susurró la voz esta vez por el transmisor del guerrero.

El guerrero suspiro pesadamente ante las decepcionantes miradas de terror de los que se hallaban frente a él. Los perseguidores estaban tan aterrados ante la figura del imponente guerrero que sus cuerpos no les respondieron ni cuando el guerrero bajo su arma y los atravesó por completo.

Pasados unos segundos la joven salio de su escondite y se acerco al guerrero.

- No te han hecho nada verdad? - Dijo preocupada.

El guerrero la miro y con una leve sonrisa contestó:

- No, tranquila. Sabes que nunca me hacen nada. - Dicho esto el guerrero se agacho frente a los cuerpos sin vida y rebuscó entre sus pertenencias hasta hallar lo que buscaba.

- Lo has encontrado? - Dijo la pequeña con voz esperanzada al ver que el guerrero se erguía de nuevo.

Sin siquiera mirarla, Alfa asintió, paso frente a los cadáveres y comenzó a caminar por la calle principal. Noa se apresuro en seguirle, pero le costo un poco más pasar entre los cadáveres de quien estaba vivo hace apenas unos minutos.

Cruzaron la desierta calle hasta llegar al cruce donde tomaron una de las callejuelas sin asfaltar. Caminaron durante largos minutos hasta llegar a una casa en ruinas alejada del centro de la ciudad, donde las calles son mas amplias pero no están asfaltadas y las tiendas o tabernas se hallan más bien lejos. La casa era enorme, de tres pisos de altura pero a pesar de su estado exterior las luces salían por las ventanas acompañadas de voces y musica, en ocasiones parecía un burdel cualquiera pero todo el mundo sabia que aquella casa, la llamada “Otherland”, no era lo que parecía ser. Otherland albergaba a los denominados “marginados”, los cuales recibían ese nombre al ser expulsados de sus gremios originales. Los gremios normalmente se dividen en clases, magos de diferentes clases, picaros, guerreros, alquimistas y demás, pero Otherland los reunía a todos bajo una misma bandera e ideal, sobrevivir.

Al aproximarse a Otherland y oír las voces y la musica Noa bajo su capucha, se levanto un poco la falda gris dejando ver sus viejas botas marrones y corrió alegremente hacia la casa. Subió los tres escalones en dos saltos y se planto frente la puerta, esperando a Alfa.

- Date prisa, Zero estará impaciente por vernos!

Alfa miro con pesadez a Noa mientras subía los escalones.

- Zero SIEMPRE esta impaciente, incluso cuando duerme.

Noa sonrío y dejo escapar una leve risa mientras Alfa picaba a la puerta. Una voz sonó a sus espaldas de forma siniestra:

- Quien va?

- Somos nosotros... ¿como era...? ah, si. “Abrete sesamo!”

Noa no pudo esconder esta vez su risa ante la mirada risueña de Alfa.

- ¿Te crees muy gracioso Alfa?- Dijo la voz de forma tosca.

- Si sabes quien soy no se para que me preguntas la contraseña... - Dijo Alfa intentando excusarse por la broma.

- Son las normas, y lo sabes.

- Era “el mensaje a sido entregado” -Dijo Noa sonriendo a la puerta, ya que no sabia de donde procedía la voz.

La puerta se abrió después de oírse un suspiro.

La luz que escapaba por las ventanas no podía ni compararse con la luz que había dentro de la casa, las lamparas de fuego creadas por los magos elementales eran enormes y si solo una podría alumbrar toda la sala las siete que habían colocadas podrían alumbrar toda la calle. Cuando entraron a la casa la puerta se cerro sola a sus espaldas.

- Odio que hagan eso... - Murmuro Alfa.

Por dentro Otherland era totalmente diferente a su exterior, el salón era enorme, de madera bien cuidada con muebles también bien cuidados. Las paredes estaban adornadas con cuadros, la mayoría de miembros del gremio que hacia tiempo que estaban muertos menos la pared del fondo, en ella habían colgados los carteles de se buscan de criminales e incluso a veces de los miembros del gremio. Pasaron atravesando la sala y esquivando a la gente, prácticamente nadie se percato de su llegada. Llegaron a las escaleras que llevaban al primer piso, eran de madera noble oscura. Al llegar al primer piso algunos estaban dormidos por el suelo, uno de los inconvenientes de beber el alcohol que fabricaban los alquimistas era que en exceso perdías la memoria temporalmente y la pereza les animaba a que dejaran de buscar sus habitaciones tontamente. Esquivando a sus compañeros borrachos como podían llegaron a la escalera que llevaba al segundo piso, donde se hallaban seguramente las habitaciones de los desmemoriados del primer piso. Al subir la joven dejo su capa verde oscuro en uno de los percheros que habían junto a las escaleras, continuaron caminando hasta llegar a las escaleras del tercer piso.

- Zero estará contento con nosotros- Dijo Noa felizmente.
- Lo dudo mucho... Ese tipo nunca esta contento con nada... - Contesto Alfa a regañadientes.

El tercer piso no era como los dos anteriores, frente a las escaleras solo había un pasillo estrecho que dirigía a una única puerta. El pasillo era oscuro y sin decoración alguna, al fondo podía verse como la luz se escapaba por debajo de la puerta.

Alfa se adelanto a Noa con paso decidido hacia la puerta, ella se limito a seguirle en silencio. Mientras caminaban hacia la puerta Noa solo podía ver la espalda del gran guerrero que ocupaba todo el pasillo. Su larga melena castaña le llegaba hasta la mitad de la espalda y se movía acompasada con el movimiento del cuerpo. Una vez frente a la puerta el guerrero golpeo con delicadeza tres veces, como siempre hacia.

- Adelante – Dijo una voz procedente del interior.

Alfa y Noa entraron en la habitación. Era enorme, casi tan grande como el salón de la planta baja pero llena de ordenadores, pantallas y cables por todas partes, y en medio de todo aquel caos informático había una persona sentada en un gran sillón de cuero viejo.

- Habéis llegado unos minutos antes de lo calculado, vuestros pasos han sido más veloces que de costumbre. ¿Algún motivo?

Dicho esto se recostó de nuevo en el sillón mirando con indiferencia pero de forma fija a los recién llegados a través de sus gafas con sus ojos finos y afilados de color castaño.

- ¿Y bien? - Dijo en un tono más alto esperando una respuesta convincente.

Noa y Alfa intercambiaron miradas, unos segundos pasaron hasta que Alfa entreabrió los labios y dijo:

- Pues no lo se, hemos venido a la velocidad de siempre, nos habremos vueltos más rápidos... - Dijo intentando satisfacer la curiosidad de su interlocutor.

Zero arqueo una ceja, miro a ambos durante unos cuantos segundos, segundos que fueron eternos, sonrío y asintió.

- Habrá sido eso, lo añadiré a vuestras estadísticas. - Se giró y comenzó a teclear.

Alfa y Noa intercambiaron miradas unos instantes.

- Esto... Zero... - Musitó Noa tímidamente.

- Si? - Preguntó Zero sin dejar de teclear.

- Hemos traído lo que pediste – Dijo Alfa perdiendo un poco la paciencia.

Zero dejo de teclear en seco, se giro hacia ellos de nuevo alargando la mano. Alfa mantuvo la mirada fija en Zero esperando que dijera algo, pero al no obtener respuesta simplemente saco de su bolsa la caja que le habían quitado a los tipos de antes. Alargo la mano y se la entrego.

- Perfecto, ya podéis marcharos. - Dijo Zero al tener la caja en sus manos, se dio la vuelta y siguió a lo suyo.- Cerrad la puerta al salir, ya sabéis que odio las puertas abiertas.

Noa asintió y corrió al lado de Alfa que ya había salido de la habitación, cerró la puerta con delicadeza y volvieron a la planta baja, con sus compañeros.
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