Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cap. 5 Espada IV

Pasaron tres largos años hasta que encontró a su padre en una taberna de un pequeño pueblo de montaña. En esos años Alfa creció y maduro como hombre y como espadachín. Es increíble la cantidad de dinero que es capaz la gente de dar a cambio de que uno atraviese a alguien con su espada, realmente increíble.

Entro en la taberna con pie firme y se acerco hasta un lugar de la barra donde controlar al que le vendió hace unos años por unas copas. No era como Alfa lo recordaba sinceramente, él recordaba un hombre alto y fornido, de mirada severa y grandes manos pero ahora no era más que un viejo canijo de mirada triste y gesto cansado. Después de beber dos copas de “valor” Alfa se puso en pie y se acerco hasta el hombre.

- ¿Eres Harold Karensen?

El hombre al escuchar su nombre alzo la vista de la copa y con desden dijo:

- ¿Quien quiere saberlo?

Alfa controlo su ira todo lo que pudo y casi en susurros contestó:

- Mi nombre es Alfa, y tengo algo que solucionar contigo... Fuera.

- No quiero salir fuera, hace frío.

Ya no pudo controlar más su ira y agarro por el frágil cuello a Harold. El hombre pataleaba en el aire mientras intentaba respirar, cada vez estaba más morado y Alfa no parecía querer soltarle. Entonces el silencio que se produjo en la ruidosa taberna lo saco de su ensimismamiento. Bajo al hombre pero sin soltarle, echo una mirada a los atónitos espectadores y arrastrando a Harold lo saco de la taberna. Una vez solos, tras la taberna tiro al hombrecillo contra unos barriles de madera.

- No me reconoces, ¿verdad, viejo? - Las palabras de Alfa estaban cargadas de más veneno del que podría imaginar.

- Creo que te equivocas de persona... Yo no le debo dinero a nadie ni nada...

- ¿Dinero? - Alfa clavo su espada en el barril que había al lado del hombre. - ¿Tengo cara de buscar dinero?... No, yo vengo por algo menos valioso pero que necesito más...

- ¡N-no se que quieres decir! ¡Habla claro!

- ¡Vengo a por tu vida, viejo bastardo!

Harold miro a los ojos llenos de ira de Alfa y entonces lo vio, reconocería esa mirada en cualquier parte. Era su propia mirada años atrás, cuando el alcohol y el autocompadecimiento no habían ahogado su alma.

- … Tu... Tu eres...

- Demasiado tarde – Susurro Alfa mientras clavaba a Whiteflake en su torso, haciéndole gritar de agonía sin dejar acabar su ultima frase.

Alfa retiro la espada del cuerpo inerte de aquel hombre, observo su cuerpo unos minutos. La paz que creía que conseguiría tras matarlo parecía no llegar. Matar a este hombre no iba a devolverle a su madre, ni a Wyn. Alfa lo sabia pero no quería admitirlo.

Cinco años más pasaron en la vida de Alfa buscando a La Manada sin éxito, reconocido cazarecompensas, temido por donde pasaba pero también un conocido alcohólico. Al igual que su padre lo pensó una vez, Alfa quería ahogar su dolor en alcohol pero lo único que conseguía era despertar al día siguiente en algún callejón frío sin recordar el día anterior.

Pero esa noche se estaba pasando, sentado en una ultima mesa de la Taberna “La princesa Mimosa” llevaba más copas de las que podía contar y su cuerpo apenas le respondía a aquellas horas. Se dispuso a irse pero no pudo controlar su fuerza y cayo de bruces sobre un grupo de hombres con malas pintas. Tomándolo como una provocación, sacaron a Alfa a rastras del local, hasta un callejón cercano.

- Jefe, creo que es el famoso “matadragones” - Dijo uno sorprendido, mirando al que parecía el cabecilla.

Matadragones, Alfa odiaba ese mote. Pero el suceso ocurrido hace ocho años no había pasado desapercibido. Pero como todos los rumores, la gran mayoría de la historia era mentira.

- ¿Estas seguro? Este cabrón se cargo a dos de los nuestros hace un par de meses. Deberíamos castigarlo por ello. ¿No creéis?

Ante esta pregunta todos vitorearon la idea, matar a un gran cazarecompensas indefenso que además había causado problemas a su grupo... ¿existía algo mejor?

Cuando se disponían a rajarlo cual cochino en el matadero uno aporto una gran idea ”¿Y si le damos una paliza antes?” Todos guardaron sus armas y sonrieron con maldad. Durante unos minutos que a Alfa le parecieron eternos los cinco tipos estuvieron golpeándole con puños, piernas e incluso tablas de madera hasta que uno cayo inexplicablemente al suelo muerto. Todos se acercaron a él y vieron que una pequeña daga estaba incrustada en su nuca. El pánico estallo en el grupo, desenfundaron sus armas y comenzaron a mirar a todas partes.

- ¿Tienes compañeros Matadragones? - Dijo uno mientras le propinaba una patada en la cabeza.

Pero antes de poder culminar su ataque una cimitarra apareció atravesándole el esternón desde atrás. A Alfa le pareció reconocer una pequeña silueta, por la forma parecía una mujer pero no estaba seguro ya que solo podía verla a contraluz.

El hombre cayo al suelo y el resto del grupo pudieron ver a su atacante, era una joven de no más de 17 años que les miraba con cara impasible. Los tres hombres restantes atacaron a la vez a la joven la cual les esquivo con gran facilidad.

- ¿Es lo mejor que sabéis hacer? - Pregunto la chica de ojos pardos.

Dicho esto salto hacia ellos, atravesando a dos con sus armas. El tercero aterrorizado corrió hacia la salida del callejón pero antes de llegar una nubecilla de polvo verde le cegó. Intento volver a correr pero una violenta tos se lo impedía, siguió tosiendo hasta que cayo al suelo, muerto.

- Vaya, el polvo de kho funciona mejor de lo que esperaba... - Dijo un joven que salio de entre las sombras.

La joven lo miro mientras se acercaba a ella y se limito a asentir y miro a Alfa de nuevo.

- Casi lo matan.

- Exacto, casi. - Dicho esto se arrodillo junto a un Alfa desorientado y herido. - Desazte de los cuerpos, Anima.

Anima asintió y se marcho.

- ¿Puedes oírme?

Alfa se limito a mirarle fijamente y asintió levemente.

- Bueno, ¿quieres formar parte de mi gremio? Estoy al corriente de tu pasado y puedo ayudarte a encontrar a “La Manada”.

Los ojos de Alfa brillaron ante esa invitación. El joven con gafas espero en silencio una respuesta y cuando creyó que no iba a recibirla Alfa le cogió del brazo con fuerza y asintió muy seriamente.


>>> ¿Noa? - Dijo Alfa mientras zarandeaba a la chica. - Vuelve al mundo real, tenemos una misión que cumplir.

- ¿Eh? Ah, si perdona. Estaba pensando en mis cosas – Dijo Noa con una sonrisa tímida y comenzó a bajar las escaleras.

- ¿Sus cosas? - Alfa se quedo pensativo por unos instantes pero luego sujeto a WhiteFlake con fuerza y bajo las escaleras tras Noa a gran velocidad.

1 comentario:

  1. Qué chulo el pasado por dios
    Y pobre alma torturada XD espero que las cosas mejoren para El, Alfa mola un cojón

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