Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cap 4 Espada III

La luz de la luna que entraba por la ventana abierta iluminaba la cama donde su madre ahora yacía plácidamente. Alfa limpio la sangre, ordenó la habitación, peino y acomodo a su madre en la cama. Cuando acabo parecía que nada había pasado, su madre dormía en la cama que estaba adornada con las flores que había comprado en la mañana, el silencio arropaba la estancia. Miro a su madre por ultima vez y beso su frente a modo de despedida. Salio de la casa llevando consigo un hatillo con sus cosas y su espada atados a su espalda. Encendió una antorcha que tiro al interior de la casa después de un largo suspiro para calmarse y cerro la puerta.

La casa comenzó a arder a sus espaldas pero no se giro en ningún momento a contemplar como su único hogar perecía, junto a su madre, para siempre.

Ahora tenia una única misión, acabar con La Manada.


- Padre... - Susurro Wyn, que se hallaba subida a un muro lejos de la casa de Alfa, contemplando el humo y la luz procedentes de la casa junto a otra persona.

- ¿Si? - Se limito a contestar sin apartar la vista del humo.

- ¿Estas completamente seguro de que Alfa es quien buscamos?...

- Totalmente, su padre lo confeso a las cuatro copas de vino...

- … de acuerdo... Pero no era mejor verificarlo primero?...

- Para eso estabas tu pero no lo has hecho – Dicho esto la miro de forma que Wyn sintió como la atravesaba con la mirada, tan fría y distante, de un color azul que casi parecía blanco, sin vida.

Wyn se limito a guardar silencio y agachar la cabeza.


Alfa caminó en busca de la caravana de La Manada pero como ya esperaba la caravana ya no estaba estacionada en la plaza del pueblo. Inspecciono la zona y encontró unas huellas de ruedas que salían del pueblo y sin perder tiempo las siguió hasta adentrarse en el bosque.

Llego hasta un claro, la luz de la luna alumbraba con fuerza toda la zona y Alfa pudo ver que unas sombras se reunían a su alrededor. No alcanzaba a verles la cara puesto que estaban muy lejos pero no le hacia falta, sabia que los había encontrado o más bien, que ellos le habían encontrado a él.

- ¿Donde esta Wyn? - A diferencia de todas las demás veces en las que había pronunciado su nombre con amor esta vez sus labios solo desprendían puro odio.

El silencio fue su única respuesta.

- ¡¿Que donde esta Wyn?! - Repitió desenfundando la espada.

- ¿Para que quieres verla? - Dijo una de las sombras mientras se adelantaba hasta él.

Era el padre de Wyn, un hombre alto y de porte firme. Era bastante más alto que Alfa pero eso no le hizo retroceder, es más, se encaró con él.
- ¿Por que habéis hecho eso? ¿Por que habéis venido? ¡¿Por que habéis matado a mi madre?! - Dijo mientras agarraba al hombre de larga melena plateada de la ropa.

Casi al mismo tiempo que Alfa le agarraba de la ropa el hombre con un rápido movimiento tiro a Alfa al suelo.

- No vuelvas a tocarme – Dijo pasándose las manos por la ropa.

Se agacho al lado de Alfa y le dijo:

- Mira chico, tu madre a muerto por tu culpa, si en vez de estar tonteando con mi hija hubieras estado en casa ella ahora seguiría viva.

Alfa quedo petrificado ante aquellas palabras. Era cierto, si hubiera estado con su madre como siempre puede que ahora estuviera viva, no, es seguro que ahora seguiría viva. Le había fallado a su madre, dejándola sola. Alfa no podía moverse, solo sentir como las lágrimas acariciaban sus mejillas frías por la hierba del campo.

- Y tu ahora morirás por culpa de tu padre.

- No, tu padre es un triste borracho que vive en Lhambert, vagando de taberna en taberna y contando secretos inconfesables a cualquiera que le invite a un trago. Y él nos contó tu secreto.

- ¿Que?... ¿Que secreto? - Murmuro sin poder levantarse.

Las sombras que lo rodeaban comenzaron a murmurar, Alfa no alcanzaba a entenderles.

- ¿Quien seria capaz de condenar a su hijo tatuándole uno de los pedazos del mapa de Noss? ¿No sabia que eso lo condenaría a muerte?

- ¿Pero tu lo viste? No era más que un triste borracho, no pensó en las consecuencias y si lo hizo le dio igual.

- Aun que fuera un borracho ahora, tuvo que ser un genio en su momento para tatuarle un mapa que solo cuando el bebe creciera podría leerse en su totalidad...

- ¿Por que esperar tanto? - Dijo el padre de Wyn – Arranquemosle la piel y extendamosla nosotros mismos.

Eso si que llego Alfa a escucharlo con claridad y pudo ponerse en pie.

- De eso ni hablar, viejo loco... Os haré pagar por esto.

Alfa se puso en guardia intentando calcular cuantos enemigos le rodeaban, no pensaba dejar que ninguno saliera con vida de esta. Pero cuando iba a cargar contra el hombre que se alzaba ante si una sombra atravesó la luz y dejo ver un rostro que Alfa conocía muy bien.

- …. Wyn... - Alfa sintió perder las fuerzas, la espada pesaba mucho más de lo normal.

Sus ojos, siempre alegres y vivos ahora estaban ahogados en lagrimas.

- … Lo lamento tanto Alfa... - Dijo entre sollozos.

Esa disculpa fue como una jarra de agua fría para Alfa, era una confesión. Ella sabia que esto pasaría y no hizo nada por evitarlo, es más, todo lo hizo para este fin. La ira hervía la sangre de Alfa. Sin poder dominarse ataco a Wyn. Pero su ataque freno en seco cuando una luz parecía provenir del cuerpo de Wyn. La luz cada vez era más intensa y cegó por unos instantes a todos los presentes. Cuando todo paso y Alfa pudo volver a ver Wyn ya no estaba, en su lugar había un majestuoso dragón de escamas blancas.

- …. ¿Wyn?...

El dragón se quedo mirando a Alfa fijamente, realmente era ella, reconocería esos ojos azules en cualquier sitio. Alfa se quedo atónito unos segundos pero poco le duro ya que enseguida recordó por que estaba allí y por que sentía tanto odio hacia una persona que había creído amar.

Alfa iba a saltar hacia Wyn pero ella se le adelanto. El enorme dragón salto sobre él pero Alfa lejos de asustarse o intentar apartarse hundió su espada en el vientre de la bestia. El dragón dejo escapar un grito ensordecedor que asusto a todas las sombras que aun los rodeaban, incluso el padre de Wyn huyo cuando escucho el rugido. Wyn lentamente volvió a su forma original, yaciendo a los pies de Alfa. Él la miro con desden mientras ella le miraba a través de sus lágrimas pero había algo raro, Alfa miro por encima del hombro de Wyn y vio algo que no esperaba, cinco flechas estaban clavadas en su espalda. Entonces lo comprendió, Wyn no le estaba atacando, le intentaba proteger.

Rápidamente y con cuidado retiro una a una las flechas y su espada del vientre de la joven. Antes de poder decir nada las lágrimas afloraron a sus ojos y solo podia balbucear mientras acomodaba la cabeza de Wyn en su regazo.

- … y-yo...yo... - No alcanzaba a decir nada más.

Wyn le sonrío, como cada día que se encontraban y toco los labios de Alfa con uno de sus dedos ensangrentados.

- No tienes... que decir nada... Lo entiendo... y lo lamento tanto... a pesar de lo que siento... por ti... no he hecho nada mas... que herirte... lo siento tanto... - Las lágrimas de Wyn se mezclaban con la sangre de sus mejillas.

Antes de que Alfa pudiera decir nada más Wyn cayo en un profundo sueño del que no volvería a despertar. Alfa paso varias horas abrazando al cuerpo sin vida de Wyn,hasta que salio el sol por el horizonte. La luz le hizo volver de su ensimismamiento.

Cavó un hoyo en aquel claro y dejo allí a Wyn, para que descansara en paz.

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