Vigila tu sombra, nunca sabes quien puede volver a buscarte. - Zero.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cap 9 - Bruja

Romeo entro en la habitación. En ella estaban Zero en su sillón de cuero, Anima apoyada en la pared mirándole de reojo, y alguien de espaldas a el tapado con una capucha. Llevaba una túnica muy ancha y no podía saber si era un hombre o una mujer. Tenia una extraña y desagradable sensación pero no le hizo caso.

- … ¿hola?

Zero levanto la vista y le miro.

- Ya era hora. - Se limito a decir.

Romeo asintió con resignación y guardo silencio.

- Te presento a tu pareja de trabajo – Musito Zero mientras aquella extraña persona se daba la vuelta y bajaba su capucha– Su nombre es Cild y es una...

- ¡Bruja! - Grito Romeo visiblemente incomodo – Las brujas están prohibidas en Uvra- Ahora ya sabia por que tenia una mala sensación, la magia impura de la bruja invadía la estancia.

Zero le echo una mirada fulminante y Romeo tembló. La joven se limito a sonreír mientras se apartaba el pelo ondulado de la cara.

- No importa Zero, era lo mas lógico que pasara si me ponías de pareja con un mago – Dijo con su voz suave y dulce.

Romeo la volvió a mirar de arriba a abajo, no parecía tan peligrosa como le habían contado que eran los brujos pero tenia ese rasgo tan característico de los brujos que habían vendido su alma a los demonios, un ojo con la esclerótica negra y el iris amarillo. El iris variaba según el brujo, puesto que no todos vendían su alma al mismo demonio y eso era algo distintivo.

- Lo se, pero quiero ver que puede pasar uniendo dos magias tan diferentes en un mismo equipo.

- Que acabaran matándose entre ellos – Dijo tajante Anima.

Ese comentario provoco un silencio incomodo que Zero disfruto como siempre que Anima decía lo que pensaba de repente. Ocurría muy pocas veces.

- No creo que eso llegue a ocurrir, ¿verdad? - Dijo Cild sonriendo a Romeo.

Romeo se limito a un ligero cabeceo. Le incomodaban sus ojos, su posición como bruja y sobretodo la energía que desprendía. Estaba acostumbrado a una energía fluida y suave, la típica en un mago pero la de los brujos era agitada y violenta, sumamente desagradable para cualquier mago.

- Bueno, hechas las presentaciones todo el mundo fuera de aquí, tengo que trabajar. Ah, y vosotros también – Dijo Zero señalando a la nueva pareja.

- ¿Nosotros? - Pregunto Romeo señalándose a si mismo.

Anima se fue, cerrando la puerta tras de si, algo raro en ella. Una vez se quedaron solos Zero prosiguió.

- Necesito que os encarguéis de este tipo.

Una de las muchas pantallas de Zero se ilumino y podía verse en ella la cara de un hombre.

- Se llama Aldert Hom, quiero que lo liquidéis.

Cild y Romeo asintieron pero Romeo estaba visiblemente incomodo, no le gustaban ese tipo de misiones.


Caminaron por las calles mas oscuras de Uvra en silencio. Al cabo de una hora llegaron a una pequeña casa escondida entre dos grandes edificios. Se escondieron en un lugar cercano.

- ¿Y ahora que? - Pregunto Romeo, era su primera misión y no sabia a ciencia cierta como actuar, en LasterKha nunca tuvo que hacer este tipo de “recados”.

Cild, en silencio, se toco la oreja enseñándole a Romeo el radiotransmisor. Romeo empalideció, el no tenia ninguno. Cild al verle, sonrió y le dio uno que llevaba guardado en el bolsillo.

- ¡¿Pero como se te ocurre olvidarte algo tan importante?! ¡Inútil! - Oyó nada mas ponérselo.

- Perdona – Se limito a contestar Romeo ante las risas de Cild.

- Bueno, escuchadme bien. - Comenzó Zero – En la entrada hay dos guardias, dos guerreros, dentro, en la sala de estar hay cuatro mas, un mago, dos picaros y un guerrero y en el piso de arriba junto a la habitación de Hom hay uno mas, un guerrero.

- Bueno, no sera complicado... - Dijo Cild con tranquilidad.

- Tampoco quiero que os confiéis Cild, estad alerta igualmente. Si fracasáis el problema va para el gremio.

- ¿Para nosotros no? - Pregunto Romeo con inocencia.

- Si fracasamos es por que estaremos muertos. - Contesto Cild de forma seca.

Romeo se quedo atónito ante tal afirmación. Realmente esto iba en serio, ahora ya no era miembro de LasterKha, que mas que un gremio era un colegio para niños mimados, estaba en el gremio de Otherland, donde sus miembros se jugaban la vida de verdad por unas monedas...

Cuando Romeo salio de su ensimismamiento Cild ya había matado a los guardias de la puerta con total sigilo. No sabia como lo había hecho y eso le incomodaba aun mas.

Cild le hacia señas con la mano “Venga” le espeto. Romeo fue hasta ella.

- ¿Como los has tumbado tu sola?

- Soy una bruja ¿recuerdas?

Acabada esta conversación sin final satisfactorio para Romeo se dispusieron a entrar. No sin antes escuchar las indicaciones de Zero.

- Nada mas entrar hay un pequeño pasillo, cruzadlo rápido, al final esta la sala de estar donde los guardias están distraídos.

Obedecieron a Zero al pie de la letra, y sigilosamente llegaron hasta la puerta de la sala de estar, que se encontraba entreabierta y podía oírse como los guardias se divertían jugando a las cartas, despreocupadamente. Cild abrió la puerta de par en par, pillando a los guardias por sorpresa, Romeo se escabullo por la derecha y con una bola de fuego mato al guerrero que tenia mas cerca y al pícaro que estaba plácidamente dormido en el sofá mas cercano. Romeo estaba celebrando su pequeña victoria cuando noto una sombra tras de el, era el otro pícaro que se había colocado a sus espaldas y ya alzaba una daga sobre su cabeza. Romeo no sabia como reaccionar pero de pronto oyó a Cild pronunciar unas palabras que no había escuchado nunca “Portae inferi dilata”, de repente noto el ambiente mucho mas cargado, la energía fluía de forma aun mas turbulenta que antes y cuando creía que iba a desmayarse por la tensión y el ambiente oyó agonizar al que debía ser su ejecutor. Romeo le miro y vio que una punta de lanza, brillante cual diamante, estaba clavada en la garganta del pícaro, pero a su vez la punta no estaba unida a un bastón sino a un látigo, y solo había una criatura en el mundo que usara ese tipo de arma tan sofisticada y letal.

Ahí estaba, amarrando el extremo del látigo, una criatura venida desde el infierno, una sucubo.

- ¡Muy bien, Henar! - Grito de jubilo Cild.

La sucubo se limito a mirar con una gesto burlón a Romeo que se encontraba agachado, mientras chasqueaba su látigo y movía las caderas con sensualidad. Se giro violentamente agitando su larga melena cuando un cono de hielo paso entre ella y Cild. El mago aun seguía en pie y ya estaba cargando otro hechizo cuando Cild grito:

- ¡Acaba con el!

Henar se limito a sonreír y volvió a lanzar su látigo atravesando la mano que mantenía alzada el mago. Este cayo al suelo, retorciéndose de dolor cuando la sucubo se acerco a el con tranquilidad.

- ¡Malditos seáis todos los brujos! ¡Y tu también, traidor!

- Tristis Ahenobarbus... - Dijo la sucubo antes de atravesarle el cuello con el afilado tacón de su bota.

Cuando el mago murió la sucubo comenzó a reír como una lunática, sin percatarse de que Cild y Romeo se acercaron a ella.

- … ¿Eso es normal? - Pregunto Romeo con nerviosismo

- ¿En ella? Si – Afirmo Cild con tranquilidad – Henar, vuelve al plano infernal.

La sucubo se giro hacia ellos al escuchar su nombre y con la misma mirada de superioridad y con aire burlon que lucia todo el tiempo dijo:

- Volo magis homines occidere.

- ¿Que ha dicho? - Pregunto Romeo sin poder dejar de mirar a sus hipnóticos y bellos ojos, afilados como cuchillos y amarillos como el de Cild.

- Ni idea – Contesto Cild encogiéndose de hombros – Hace poco que la conozco, aun no se su idioma. Solo se invocarla y poco mas.

Henar suspiro con desgana y desapareció en el mismo agujero negro, creado de la nada, por el que había venido.

- Solo queda el ultimo guardián y parece que no se ha enterado de nuestra presencia aun – Dijo Romeo intentando aparentar seguridad.

Cild se limito a sonreír y a asentir. Entonces subieron las escaleras hasta el primer piso.
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